miércoles, 12 de agosto de 2009

Locos pululan en abundancia en calles y carreteras provincias del Este

MANUEL A. VEGAHATO MAYOR.- Como su madre lo trajo al mundo andan unos, otros harapientos y malolientes, pero son numerosos los enajenados mentales que pululan por calles y avenidas de las principales poblaciones de la región Este, lo que está preocupando grandemente a los residentes en esta parte del país.
Se denuncia que los “locos”, como son llamados nuestros enfermos mentales, estarían siendo “lanzados” o transportados a esta región, lo que está desluciendo las actividades turísticas y ocasionando muertes por accidentes en calles y carreteras.
Las ciudades más afectadas con la presencia de los enajenados mentales son Higüey, La Romana, San Pedro de Macorís, El Seibo, Miches, Consuelo y Hato Mayor, donde predominan los locos de sexo femenino.
Sacerdotes, pastores evangélicos, autoridades, periodistas y grupos comunitarios de estas ciudades, están pidiendo la intervención de la Secretaría de Salud Pública y Asistencia Social (SESPAS), que cumpla su rol y disponga la construcción de un verdadero recinto para albergar a los “desvencijados de juicios”.
Muchos son violentos y otros importunan a las niñas, algunas han recibidos ataques despiadados en ciudades como Hato Mayor, Higüey y San Pedro de Macorís.
El último enajenado mental que murió atropellado por una vehiculo en marcha en Hato Mayor, fue identificado por sus familiares como Rafael Antonio Linares Medina, 54 años de edad, residente en El Seibo.
Este hecho ocurrió en la comunidad de Los Hatillos, distantes a tres kilómetros de Hato Mayor por la carretera que va San Pedro de Macorís y el conductor se dio a la fuga.
Según sus familiares sufría el síndrome de Down, que es una de las causas genéticas más comunes de retraso mental.
Los locos trastornan las actividades comerciales, sociales y hasta hogareñas, ya que penetran de manera inesperada a colmados, actividades sociales de clubes y residencias, sin nadie invitarle pasar.
En el ingenio Consuelo, un municipio de San Pedro de Macorís, las enajenadas mentales andan como sus madres las trajeron al mundo, totalmente desnuda, lo que representa un espectáculo de mal gusto en aquella abandonada ciudad, que también adolece de calles en mal estado y un buen servicio de agua potable.

Otros dementes andan con cuchillos y machetes en las diferentes calles de las poblaciones de la región, sembrando el pánico en los transeúntes y conductores de vehículos, que han visto sus cristales ceder a las furias y piedras que lanzan a los vehículos.
SACERDOTES
Los sacerdotes Andrés Solano y Julio Pascual Vargas de las parroquias “Las Mercedes” y Sagrado Corazón de Jesús”, respectivamente, hablaron por separados, pero abogaron por un mejor trato a estos desvencijados del conocimiento y apelaron de las autoridades buscar una solución al problema en la región.
“Hay pocas sensibilidad humana en los funcionarios de Salud Pública, ellos saben que tener en las calles una gran cantidad de enajenados es un problema sanitario, pero nada hacen para buscar una solución”, significó Julio Pascual Vargas de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, la más numerosa en feligresía de Hato Mayor.
Planteó la construcción de un centro regional, donde estarían solo los enfermos mentales de la zona, para evitar estén pululando por calles y carreteras.
El carismático sacerdote, dijo que enajenados mentales es un signo más de pobreza que abate al pueblo dominicano, país donde se dañan día más la depredación por los necesitados.
“Construir un centro albergue para enajenados sería una labor social con muchas recompensas para cualquier autoridad o munícipe porque lo haría por el bien común”, dijo Pascual Vargas.
Sanatorio
Recordó que detrás cualquier enfermo mental hay un sufrimiento, una historia que contar, un aporte que hizo a la sociedad y que sería importante descubrir.
El religioso no especificó donde se construiría el albergue para loco en la región, pero dijo que es una necesidad que nos quitaría un gran problema social, salubridad y contribuiría a elevar la sensibilidad humana de la gente del gobierno.

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