martes, 2 de marzo de 2010

Escuela funciona en casucha que se cae a pedazos


La educación en Cotuí anda mal y se urge del gobierno central ir auxilio para evitar niños pierdan el año escolar



Cristian Abreu y Amaurys Florenzán
www.dominicanoshoy.com
COTUÍí.- Una docena de niños recibe el pan de la enseñanza en una casucha de madera, con techo de zinc, piso de tierra, sin ventanas, ni luz y sin baños, y como si fuera poco, en tiempos de lluvia, es imposible impartir docencia.
Ese deprimente panorama ocurre, pese al empeño de una profesora que ha hecho del magisterio un verdadero sacerdocio y se preocupa porque reciban clases de buena calidad, por encima de las dificultades.
La Escuela Básica Jiminillo está ubicada próxima a la entrada del municipio Cotuí, provincia Sánchez Ramírez, en un solar gestionado por la directora y única profesora del centro, en medio de un camino vecinal por donde no puede transitar cualquier vehículo.
En la escuela se imparten clases para primero, segundo, cuarto y sexto curso de la primaria, todos juntos y con una sola pizarra; con 44 butacas y seis mesas. A la tanda matutina asisten nueve niños y a la vespertina tres.
La profesora Damarys Antonia Pepín narró a DominicanosHoy.com que la escuelita se hizo por gestión suya y dio gracias a un hacendado de la zona que cedió los terrenos para la construcción de la casucha.
Los niños que estudian en el plantel no apto para trabajar, son de escasos recursos y la mayoría acude a recibir clases en chancletas, con uniformes rotos y sucios; sin embargo, hay que destacar su gran entusiasmo por aprender y ser alguien en el futuro.
DominicanosHoy.com comprobó que en la escuela había sólo cinco estudiantes, de los nueve que estaban previstos: José Miguel Camacho, Wandy Miguel Niña Bautista, Juan Dael Camacho Espinal, Rudelania Encarnación Sánchez y Martín Encarnación Sánchez.
“Está nublado y por eso no vinieron los otros niños; porque el río sube y luego no encuentran por donde cruzar y llegar a sus casas”, sostuvo la profesora.
La señora Pepín, directora, maestra y mensajera del centro, muchas veces se ha visto obligada a dejar de impartir clases para hacer las diligencias del plantel.
Con lágrimas en los ojos, Damarys Antonia contó que su hija mayor falleció en un accidente de tránsito y “ni por esa grave razón dejé a mis niños solos, no pedí licencia y vine a darle clases”. Afirmó que debe caminar cerca de dos kilómetros diarios para llegar a la escuela.

Sostuvo que el Ministerio de Educación no hace caso a sus reclamos para que este centro educacional sea construido con block y techo de cemento. Aseveró que la gente buena del empobrecido Jiminillo está dispuesta a poner la mano de obra para que el centro sea edificado.
“Este solar nos lo dio un hacendado de la zona y está en condiciones de cedernos más terrenos, si Educación se propone levantar una nueva escuela en este lugar. La gente de aquí es muy pobre y los niños sólo tienen este lugar para aprender”, dijo Pepín.
El desayuno escolar llega puntualmente a la escuelita, gracias a que la profesora se dirige todos los días, antes de llegar al centro, a la regional de Educación para gestionarlo y llevárselo a sus alumnos, quienes la definen como un ángel que vino a ayudarlos.
Los libros didácticos fueron gestionados por ella misma en la regional de Educación; además, un empresario, propietario de la Cooperativa Maimón, consiguió mochilas y cuadernos para los estudiantes.

“La educación 1000x1000, que consiste en mil horas de clases y mil horas de calidad, no se puede materializar si el Ministerio olvida a los más desposeídos y si la planta física no están en buen estado; así no se puede”, indicó.

Agregó, además, que lo importante es que los niños reciban la enseñanza en cualquier situación.”Me siento muy comprometida con que esto sea así, aunque tenga que dar las clases al aire libre, en cualquier lugar”.
Pepín informó que anteriormente laboraba como directora de la Escuela Lorenza Ramos, la cual logró que se construyera de block, con cuatro aulas, su baño y con techo de plato.
La proeza de la maestra es muy reconocida por sus alumnos, quienes la estiman y valoran de manera muy especial: “Ella es sola, no tiene a nadie que la pueda a ayudar a dar las clases y tiene que hacer diligencias de trabajo y personales, es humana y se enferma también”, sostuvo el niño Martín.
Auditoría
Damarys Antonia Pepín informó que hace unos meses, el Ministerio de Educación envió un técnico para que evaluara su trabajo y realizara una auditoría en el centro: “Pero, ¿qué se va a auditar aquí?, si trabajo yo sola y mi nombramiento sale por la escuela Lorenza Ramos, o sea, que en este sitio no figura ningún empleado”.
La pedagoga, con casi veinte años de experiencia, mostró los libros de registro, asistencia y el plan de clases que lleva en orden y bien definidos.
Añadió que la escuela no tiene sello gomígrafo y que tuvo que sacar de su salario para pagar la confección de uno: “Eso ellos no lo tomaron en cuenta”. El técnico que realizó la auditoría fue Vicente de los Santos.
La maestra sustentó que Arístides Jermosén, director del Distrito Escolar, nunca ha visitado la escuela y que está “cansada” de pedir ayuda para que sus alumnos reciban clases en condiciones dignas, “no como ahora, porque en estas circunstancias no se puede trabajar bien”, concluyó.

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