En total, se estima que en todo el mundo hay 884 millones de personas sin acceso al agua potable, según la ONU , un bien fundamental que repercute en la sanidad, la seguridad y la calidad de vida de menores y mujeres.
Según informa la prensa internacional, doce personas murieron este martes en la capital de Zambia, Lusaka, por beber agua contaminada.
África subsahariana es la región en la que la población carenciada sufre las peores consecuencias.
El problema es más grave en los países en desarrollo, en los que más del 90% de los desechos sin procesar y el 70% de los desechos industriales sin tratar se vierten en aguas superficiales.
Fuera de la órbita del control estatal de los gobiernos, con la "globalización" capitalista los recursos esenciales para la supervivencia quedaron supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y tecnológica) que los controlan a nivel global.
En ese escenario, la producción y comercialización mundial del agua no está supeditada a la lógica del "bien social", sino a la más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la Organización Mundial del Comercio (OMC), tuvieron un papel clave en la apertura de los mercados del agua a las empresas transnacionales al promover la privatización y la exportación.
Mientras millones mueren en todo el mundo por carencia del liquido vital, el consumo de agua embotellada fue creciendo a un ritmo constante en todo el mundo en los últimos 30 años.
Es el sector más dinámico de toda la industria de la alimentación y la bebida: el consumo mundial aumenta en promedio un 12% anual, a pesar de su precio excesivamente alto comparado con el agua del grifo.
Una cuarta parte de los 89.000 millones de litros de agua embotellada en el mundo se exporta de los países más empobrecidos y se consume en los países más ricos cada año.
El transporte del agua embotellada incrementa también las emisiones de dióxido de carbono que producen el efecto invernadero contribuyendo así al problema global del cambio climático.
Además del despojo "legal" por parte de las trasnacionales, casi la mitad del agua de los sistemas de suministro de agua potable de los países en desarrollo se pierden por filtraciones, conexiones ilícitas y vandalismo.
El origen de este robo y comercialización del agua (que priva a las mayorías desposeidas de este líquido vital) hay que buscarlo en noviembre de 2001, cuando los recursos naturales al igual que la salud y la educación, empezaron a ser objeto de negociaciones en la OMC (Organización Mundial de Comercio).
Los gobiernos de todo el mundo --incluido de países desarrollados-- abdicaron su responsabilidad de tutela de los recursos naturales a favor de las empresas trasnacionales, con el argumento de "mejorar" la provisión del servicio.
El Banco Mundial juega un papel clave, fomentando las privatizaciones -prestando dinero para las reformas en el sistema de agua-, invirtiendo y finalmente como juez en caso de conflicto entre los "inversionistas" privados y los Estados.
Entre las grandes corporaciones que controlan este negocio de la muerte, figuran las francesas Vivendi y Suez (clasificadas en los puestos 51 y 99 respectivamente en el Global Fortune 500 de 2001), y la alemana RWE (en el puesto 53), que adquirió dos importantes empresas de agua, Thames Water en el Reino Unido y American Water Works, en EEUU.
Mientras poblaciones marginales y empobrecidas no tienen acceso a la salubridad, las grandes corporaciones venden agua pura embotellada en los países más desarrollados creando uno de los sectores de mayor dinamismo y facturación comercial a nivel mundial.
El eslogan parece ser: Si tiene dinero beba, sino muérase de sed.
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