miércoles, 7 de julio de 2010

El Papa dice que la libertad tiene que ir junto a la verdad

Ciudad del Vaticano, 7 jul (EFE).- El papa Benedicto XVI dijo hoy que la libertad tiene que ir junto a la verdad y que si se separa de ésta destruye la armonía interior del ser humano y se convierte en fuente de prevaricación de los fuertes y de los violentos y causa de sufrimiento y de luto. El Papa hizo estas manifestaciones ante varios miles de fieles que asistieron en el Vaticano a la audiencia pública de los miércoles, la última antes de las vacaciones veraniegas, que comienza hoy, cuando se trasladará a la residencia de verano de los papas de Castel Gandolfo, a 33 kilómetros al sur de Roma.

El Pontífice afirmó que la historia moderna enseña que la libertad es auténtica y ayuda a la construcción de una civilización auténticamente humana "sólo cuando está reconciliada con la verdad".
"Si se separa de la verdad, la libertad se convierte trágicamente en principio de destrucción de la armonía interior del ser humano, fuente de prevaricación de los fuertes y de los violentos y causa de sufrimiento y de luto", subrayó.
La libertad, precisó el Papa, se perfecciona cuando el hombre se abre a Dios, escucha su voz y le obedece.
El Papa Ratzinger dedicó la catequesis de la audiencia a la figura del beato franciscano Duns Scotto (1266-1308), que tuvo problemas con el poder civil de la época en Francia y tuvo que exiliarse de París al negarse a firmar un documento hostil al papa Bonifacio VIII.
El Obispo de Roma señaló que ese hecho recuerda que a lo largo de la historia los creyentes han encontrando la hostilidad y han sufrido persecuciones a causa de su fidelidad y devoción a Cristo, la Iglesia y el Papa.
"Miramos con admiración a todos esos cristianos que nos enseñan a custodiar como un bien precioso la fe en Cristo y la comunión con el Sucesor de Pedro y con la Iglesia Universal", destacó el Papa.
Antes de la audiencia, Benedicto XVI bendijo una nueva estatua colocada en una hornacina externa de la parte posterior de la basílica de San Pedro.
Se trata de una estatua de San Aníbal María de Francia (Messina, Italia, 1851-1927), fundador de los Padres Rogacionistas y de las Hijas del Divino Celo, canonizado por el papa Juan Pablo II en 2004 y considerado uno de los grandes santos sociales del siglo XIX
La estatua del santo italiano mide cinco metros y medio y se une a otras ya colocadas en otras tantas hornacinas del templo vaticano, entre ellas la de los santos españoles Rafaela Porras; el fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer; María Josefa del Corazón de Jesús (Josefa Sancho de Guerra), el Padre Mayanet y Genoveva Torres Morales.
Las hornacinas de la parte exterior de la basílica fueron destinadas por Juan Pablo II a esculturas de santos y fundadores de nuestro tiempo.
En el Vaticano hay más de 150 esculturas, incluyendo las de la columnata de la Plaza de San Pedro. EFE

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