El día que Jeanne azoló a El Seibo, la ciudad estaba recogida, apacible, tranquila, pero los vientos comenzaron a alborotar al puelbo, cuyos habitantes veían como los zinc volaban por los aires y los techos de viviendas cedían a los vientos (fotos /
Manuel Antonio Vega)
MANUEL A. VEGA atacando10@hotmail.com
HATO MAYOR.- El 16 de septiembre del año 2004, la ciudad de El Seibo fue estremecida otra vez por los vientos axiomáticos de otro huracán o ciclón, esta vez Jeanne, que devastó y dejó desoladas numerosas comunidades productoras de cacao, diezmando la producción y dejando secuelas de animales y personas muertas y heridas.
Fue un día aciago para los productores, que veían como los vientos volaban los zinc de los techos de las viviendas y secaderos de cacao.
Las montañas quedaron prácticamente calvas, las mazorcas de cacao volaron, las plantaciones de guineo, plátano y otros rubros se fueron al suelo y los puentes colapsaron.
A casi ocho años de haber azotado a esta ciudad, quedan vestigio y señales de lo poco que se hizo para levantar la economía de la más vieja provincia del Este del país.
Las comunidades quedaron incomunicadas y sin energía eléctrica, porque los puentes sobre los ríos y arroyos cuando no se lo llevaron los vientos huracanados, lo arrancaron las turbulentas aguas que a su paso dejó el fenómeno atmosférico.
Las fincas cacaotaleras se convirtieron en potreros sin gramas, las hojas se le fueron a las matas y se podían divisar las montañas.