Ahora pide
al jefe de la policía Polanco Gómez lo pensione y le dé una ayuda para operarse
Manuel Antonio Vega
atacando10@hotmail.com
El Seibo.- La
sustancia conocida como ácido del diablo cambió la vida por completo del cabo
policial, Joan Alberto Reyes Ortega, cuando fue víctima de un ataque con la
sustancia el 25 de octubre del 2010 en la comunidad de El Seibo, dejándolo
prácticamente en un ser inservible, que ahora pide su pensión y una ayuda para
una cirugía en su boca.
El ataque
con la sustancia, ocurrido en horas de la noche en las proximidades del liceo
Sergio Augusto Beras, afectó más del 30% de su superficie corporal, pero ahora está
apelando a la caridad pública hasta para comer.
El cabo Joan Alberto Reyes Ortega, 31 años, nativo de Hato Mayor,
patrullaba cuando fue atacado por la mujer que se dio a la fuga tan pronto
cometió la acción criminal.
Narró que previo a ser atacado por la mujer que usaba una capucha para
cubrirse el rostro, había recibidos varios mensajes a su celular, “donde se me pedía
que dejara a su esposa y que se decidiera a formar una familia con ella”.
Narró que no conocía quien le llamaba ni quien le escribía los mensajes,
pero al parecer era una mujer, porque los mensajes que enviaba al celular eran
de escarceo, de enamoramiento.
A raíz del hecho que marcó para siempre su rostro y vida, a Joan se le
ha ido el mundo encima, porque los pocos ahorros que tenía se fueron en
cirugías y ahora le falta realizarse una de garganta, ojos, boca y no tiene los
recursos para ellos.
“Después del hecho mi situación económica empeoró, los ladrones se
entraron a la casa y yo enfermo me robaron el arma de reglamento, revolver
calibre 38 y el motor con el cual iba al trabajo y conchaba para ayudarme en la
casa”, acotó.
Joan necesita reparación en el cuello, ojos, orejas, brazos, garganta y
una cirugía en la boca, que cuesta unos 45 mil pesos, que no lo tiene.
El cabo vive en la calle 26 de Julio en El Seibo y actualmente lo están
desalojando de la casa porque adeuda cuatro meses, que ascienden a unos 7 mil
pesos, que tampoco tiene para pagar.
Antes el suceso que prácticamente ha destruido su vida, Joan tuvo que
empeñar su tarjeta, para ir cubriendo algunos gastos.
Niurca Francisco, esposa de Joan
es ahora hombre y mujer en la casa, porque tiene que trabajar en una banca de
lotería para comprar la leche al niño, arroz, aceite y demás cosas.
“Llevamos una vida de desolación, apenas gano 2 mil 500 pesos quincenal
y eso no me da para pagar la casa y adquirir la comida, es urgente que
necesitamos que el jefe de la Policái ayude a mi esposo, para que no caiga en
una depresión total”, apuntó.
SIGUEN AMENAZAS
A pesar de que le dejaron el rostro irreconocible, Joan dice que al parecer
la misma persona que lo atacó sigue enviando los mensajes y llamando, para
advertirle que si no deja a la madre de su hijo la van a matar a ella y al
niño.
“Vivimos atemorizado, ya no salgo de noche y vivo con las puertas
cerradas, no concilio el sueño, porque
creo que me atacarán a mí y mi familia otra vez”, dijo casi llorando el joven
policía.
NO LO HAN AYUDADO
Dijo que no ha encontrado el respaldo de sus compañeros de uniforme,
porque los organismos investigativos no han querido determinar de quien es el
celular de donde se producían las llamadas y se ponían los mensajes.
“El jefe de la Policía haría bien si dispone mi pensión, ya no puedo
trabajar y me hacen falta unos 45 mil pesos para hacerme una cirugía para
articular bien la voz, que fue afectada con el ácido que me lanzaron”, dijo.
Casi llorando imploró “Polanco Gómez, mire mi rostro, esta condición no
me permite hacer el trabajo con la eficacia que demanda los tiempos, mi vista
fue afectada y mi voz es trunca, ayúdeme, dándome mi pensión”.
Se recuerda que cuando el hecho, Joan Alberto Reyes Ortega recibió los
primeros auxilios en el hospital provincial Teófilo Hernández de El Seibo y
referido de urgencia a la Unidad de Quemados del Morgan en Santo Domingo.
En el momento el coronel Juan Volques, jefe de la 24 Compañía de
la Policía en El Seibo, se puso al frente de las investigaciones, para
dar con el paradero de la “Mujer del Ácido”, como llamó a la agresora, pero
todo se quedó ahí, mientras las amenazas contra el cabo policial y su familia están
latentes.
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