LA ROMANA.- Manuel
Martínez Febles, con 40 años de edad, es un evangelista dominicano, oriundo de
La Romana, que fue atacado de polio cuando apenas contaba los tres años y nueve meses de nacido,
haciéndolo preso en sus piernas y que al caminar se asemeja a un mono, es un
ser humano extraordinario y de un valor espiritual incalculable que a pesar de
la enfermedad salió del montón, para convertirse en el evangelista y animador
de iglesia más popular y contagioso con que cuenta la región Este.
A pesar de ser un
prisionero de sus piernas, dificultad que lo hace un ser diminuto, el
industrioso hombre de fe moviliza multitudes, logrando la conversión de cientos
de personas de Higüey, La Romana, El Seibo, San Pedro de Macorís, Miches,
Sabana de la Mar, Santo Domingo y en pueblos del Cibao y el Sur, donde es
requerido.
Sus prédicas, sus
fuerzas de voluntad y seguridad al hablar, asi como su pureza lexical hacen
vibrar los templos donde se presenta por invitación a conferencias y animación
de fe.
Es un hombre que lo
que la naturaleza le quitó Dios se lo regaló para que fuera por el mundo a
predicar las buenas nuevas del Señor.
Para movilizarse de
un extremo a otro utiliza como calzado de sus manos un par de calizos, que
evitan hacer contacto con microorganismos en el suelo.
Aplastado pone a todo
el mundo de pies cuando tiene un micrófono en las manos, llamando la atención
las gesticulaciones y movimientos parecidos a un mono.
Es hijo de la
domestica Agustina Febles y el obrero Celso Martínez y tiene como esposa a
Maria Luisa, con quien procreó a la niña Yirandy de 4 años y el niño Manuel de
año y medio.
Reside en una humilde
casita en el municipio de Villa Hermosa y narra que llegó al evangelio cuando
contaba los 19 años.
En su mocedad jugaba
pelota en el play de Villa Pereyra, actividad que abandonó porque los muchachos
del barrio comenzaron a decirme "niño mono", lo que lo irritaba y
llegó a pelear por ese tipo de burla o mofa.
"La gente me
daba monedas cuando chiquito, pero mis padres no aceptaban eso, porque pensaban
que era que yo pedía el dinero, pero fue entendiendo que lo hacían de
generosidad por mi situación física", contó.
INGRESOS
Manuel Martínez
mantiene a su esposa y su dos hijos de las colectas que hacen los hermanos
cuando va a alguna conferencia, que siempre oscilan entre los dos y siete mil
pesos, dependiendo la iglesia y el corazón bondadoso de sus miembros.
“Cuando voy a iglesia
más grande y de personas más pudientes colecto menos que las pequeñas”, confesó
el evangelista, que agregó que en las familias pobres hay más sensibilidad
humana que en los ricos.
Manuel no cuenta con
seguro del Senasa, bono luz ni bono gas y sueña con tener una pensión, que le
permita ahorrar y tener algo para dejarle a su familia “cuando me llame a su
lado”.
Actualmente adeuda
unos 40 mil pesos, que tomó prestado para arreglar un poco su casita y ponerle
hierro, para evitar ser víctima de la delincuencia que afecta a Villa Hermosa.
La Boda
Cuando Manuel le
habló a Maria Luisa de boda, encontró un
rechazo rotundo en la familia de la mujer y de personas que siempre opinan, que
le decían “como te va a casar con ese “renco”, como te va a mantener, tu no podrás tener hijos”.
“La gente juzga por
apariencias, porque mire ahora, María Luisa es feliz, tiene dos hijos y dice amarme hasta la muerte”,
contó con una sonrisa en los labios cuando habla de su esposa.
“Me dio muchas brega conseguir a María Luisa
Miranda como esposa, porque la gente no creía en mi, más fácil creen en un 6/2,
un hombre alto con seis pies y dos pulgadas de estatura, buenmozo, con una
buena finanza, pero la gente no le cree a un inválido, sin recursos financieros
y con una enfermedad”, agregó.
Ha recorrido todo el
país y viajado a algunos países de Suramérica y el Caribe, pero carece de un
vehículo para movilizarse.
Nunca ha querido
utilizar silla de rueda, alegando que eso lo limita para trasladarse de un
pueblo a otro.
“SOY FELIZ”
María Luisa confiesa
ser una mujer completamente feliz de haberse casado con Manuel Martínez, “que a
pesar de su discapacidad me ha dado todo, es cariñoso, buen hombre y excelente
padre”.
Confesó que las
limitaciones de Manuel le hacen más rica en la fe y que ha logrado que quienes
no creían en su unión matrimonial con el diminuto hombre, “ahora sientan buena
estima con él y su familia”.
Manuel y María Luisa
llevan cinco años casados y a pesar de sus limitaciones económicas, han podido
ser un ejemplo entre las familias de ambos, la comunidad de Villa Hermosa y la
congregación religiosa a la que pertenecen.
“Hay quienes tienen
sus dos piernas y no pueden correr, hay quienes a pesar de tener las
posibilidades hoy solo tienen limitantes para emprender metas y lograr cosas”,
expuso.
Dejó como mensaje:
“Es el tiempo de terminar con las limitaciones, con el pecado, de acercarse a
Dios, porque los días son malos y peligrosos, habiendo caminos que le parecen
bien al hombre, pero son camino de muerte”.
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