HATO MAYOR.- Casi de
manera masiva, los haitianos que antes se veían haciendo filas en los chuchos
de caña en comunidades bateyeras, se han ido mudando a la zona urbana de ciudades
como Hato Mayor, La Romana, San Pedro de Macorís, Higüey y El Seibo.
La presencia haitiana
está llevando preocupación, debido a que muchos se han dedicado a delinquir y a
comercializar drogas narcóticas, amén de que han ido desplazando la mano de obra
dominicano en las áreas agrícolas, la construcción y se están, introduciendo en
las zonas turísticas de Higüey, La Romana y Juan Dolio.
En Hato Mayor la
presencia haitiana es más notoria en los barrios Las Malvinas, Los Cocos, La
China, San José, Los Multis, Reza Hincado, Villa Ortega, Punta de Garza y otros
de la parte norte, sur y oeste.
Se cree que en Verón y
Punta Cana, hay más haitianos que dominicanos, teniendo zonas privilegiadas
como el Hoyo de Friusa, Haití Chiquito, Villa Peibook
La ciudad de San Pedro
de Macorís, La Romana, El Seibo e Higüey son hormigueros de los hombres de tez
negra, que buscan encontrar un lugar o refugio que le haga una vida más digna,
que la que vivían en Haití.
Según lo que ocurre,
todo indica que las autoridades deberían estar lo suficientemente preocupadas
por la creciente inmigración haitiana en las ciudades del Este del país.
La presencia haitiana
además está acarreando un problema sanitario en Hato Mayor, debido a que muchos
se mudan en boca-calles, sin contar con sanitarios o retretes, teniendo que
hacer sus necesidades fisiológicas en fundas y pedazos de periódicos, que luego
lanzan como onda al aire y caen en solares yermos y arroyos que circundan la
ciudad, originando olores asqueante.
En hospitales del Este,
las haitianas están pariendo más que las dominicanas, lo que origina otro
problema de ilegalidad y natalidad.
Se estima que más de 8
mil nacionales haitianos hacen vida en la provincia de Hato Mayor, realizando
actividades de recolección de china, limpieza, chapeo, la construcción,
cobradores de guagua, entre otras actividades, incluyendo las ilícitas como
vender drogas, atracar, asaltar y matar gente.
Un informe indica que
en sólo seis meses nacieron en el país 337 niños haitianos en tres hospitales
del Sur, pero en la provincia de Hato Mayor la situación es más grave porque
mensualmente alumbran entre 15 y 20 mujeres de origen haitianos en los
hospitales de Sabana de la Mar, El Valle y Hato Mayor del Rey, que son los
municipios que conforman la provincia.
Es cada vez más
creciente el número de inmigrantes negros, quienes generan quejas entre los
dominicanos por el desplazamiento que hacen a la mano de obra local.
El haitiano va
permeando progresivamente el componente social dominicano y usted lo ve en Hato
Mayor, La Romana, San Pedro de Macorís, Higüey en las construcciones, en los
negocios informales, en las casas de familias, en las calles pidiendo, entre
otros renglones.
Los haitianos huyen de
su país impulsados por el hambre y una miseria ancestral incontrolable, que
cada día más golpea a esa hermana nación.
Los políticos allí
combinan su incapacidad con un afán por depredar lo que produce el Estado.
Se carece de
iniciativas de cambios y de una visión que conjure una de las mayores pobrezas
del mundo.
Esto se contrapone con
una República Dominicana de economía pujante y donde existen mejores
condiciones de vida, pero que las migraciones están haciendo daños.
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