MANUEL
ANOTNIO VEGA
HATO
MAYOR.- En cualquier pueblo del Este dominicano ya hay una mujer venezolana
ejerciendo la prostitución, lo que ha provocado recelos entre trabajadoras
sexuales dominicanas y haitianas, que se sienten desplazada por la belleza y trato de las foráneas a los clientes.
Ninguna
autoridad tiene cifra exacta del número de venezolanas ejerciendo la
prostitución.
Las
ciudades favoritas para las trabajadoras sexuales de nacionalidad venezolona
son: Verón- Punta Cana, Bávaro, La Romana, Miches, San Pedro de Macorís, Sabana
de la Mar y Hato Mayor.
Los
burdeles de estas ciudades dan facilidades especiales a las pirujas, que han
logrado incrementar el número de visitantes.
En
la zona turística de Bávaro y Punta Cana,
en la provincia La Altagracia andan en “filas indias”, una de detrás de
otras, con pocas ropas al cuerpo, provocando el morbo entre los transeúntes o
potenciales clientes..
La
presencia es tal, que cualquier mortal se choca con una en cualquier callejón
de Verón o HIgüey.
Las
quejas de sus homólogas dominicanas y haitianas, aumentan, porque ahora los
hombres solo hablan de las bellezas y el trato sexual que dan las venezolanas.
Las
pirujas haitianas y dominicanas opinan que es una competencia desleal, la que
se está librando con el sexo, que ahora dominan las venezolanas.
Muchas
prostitutas dominicanas se han visto obligadas a irse a otros rincones o
dedicarse a otros oficios por la situación presentada.
La
buena fama de las venezolanas es pregonada por los propios clientes, que dicen
encontrar “amor puro” y sensualidad en la intimidad.
El
turismo sexual no es nuevo en la zona de Bávaro, donde la bonanza económica,
abonada por la explotación turística es cada vez más creciente.
Las
venezolanas, conocidas como las mujeres más bellas del mundo, amañan y lubrican
el negocio de la prostitución en la zona Este.
VENTAJAS
COMERCIAL
Para
los dueños de burdeles, bares, restaurantes y drinks, la presencia de las
venezolanas le resulta gratificantes, porque han podido ver un incremento en el
consumo de bebidas y la afluencia de públicos.
El
acento y sus atractivos físicos la delatan a distancia.
Socializan
con los hombres hasta con las miradas, que es penetrante y constante.
TARIFAS
Las
ofertas sexuales no son tan caras, pero varían por poblaciones y categorías de
los centros a visitar.
Por
ejemplo, para un turistas acostarse con una venezolana tiene que cantearse con 100
a 300 dólares, mientras que en pueblos como Hato Mayor, salir con ella implica
un gasto de 200 pesos de salidas, 600 de cabañas y mil pesos por su servicio
sexual.
Aunque
las autoridades de migración, judiciales y policiales saben de las operaciones
ilegales de las venezolanas en la actividad sexual, no han actuado para
regularizar y crear normativas de higiene.
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