miércoles, 5 de julio de 2017

Barrancón, un batey donde la miseria se alcanza a ver desde el camino real

Manuelico Dumit  dice contar con 118 años y lleva 57 viviendo en Barrancón, el batey abandonado de Mata Palacio
MANUEL ANTONIO VEGA

HATO MAYOR.- Fundado durante la férrea dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, en 1956, Barrancón es un apartado batey del distrito municipal de Mata Palacio, donde la miseria es tan acentuada que se puede visualizar desde el camino real que te lleva a la empobrecida comunidad cañera.
La falta de oportunidades de empleos, escuela, agua potable ha provocado emigración en más de un 70% de su población, quedando apenas 20 familias que no abandonan la zona por no tener donde ir.
Se funda en momento en que el ingenio Las Pajas, exhibía su mejor bonanza, el cual estuvo ubicado en el hoy también abandonado batey Las Pajas, sección Don López, Hato Mayor del Rey.
Este es el baño uniforme para la familia del batey realizar sus necesidades fisiológicas
Es un lugar donde adultos y mayores se desayunan con el ciró o guarapo de la caña, se cuece una vez los alimentos y muchos no conocen una buena cena.
La miseria es tangible por doquier que se mire o camine por la pequeña comunidad, rodeada del palo dulce, como ellos mismo llaman a la caña de azúcar.
Aquí la gente malvive por la falta de los servicios esenciales para la supervivencia.
Solo  55 personas entre niños,  jóvenes y adultos quedan en el lugar, pero malviven en los tres barracones, sin energía eléctrica y sin baños para realizar sus necesidades fisiológicas.
Para obtener el agua, los baraconenses tienen que caminar hasta las comunidades de La Plaza,  a tres kilómetros o al batey La UCE, del senador Josecito Hazim, distantes a dos kilómetros.
Los pocos niños y jóvenes que estudian tienen que recorrer tres y siete kilómetros a las comunidades de Morquecho y La Plaza, porque el batey no hay recinto escolar.
Las estructuras de la casa delatan el abandono que se vive en el lugar
Cuando alguien enferma en la comunidad tiene que viajar al municipio de Consuelo o Hato Mayor, distantes a 12 y 22 kilómetros, respectivamente.
Aunque las estructuras de las casas en sus  mayorías son en concreto, la miseria se presenta en la falta de pinturas, puertas, persianas y baños o retretes para realizar las necesidades fisiológicas.
La gente de Barrancón vive de echar jornal de trabajo en los campos de caña y otros cultivos incentivados por hacendados, colonos  y ganaderos establecidos en la zona cañera.
Manuelico Melit, afirma tener 118 años, de los cuales lleva 57 viviendo en el lugar.
Sostiene que Barrancón era muy poblado y tenía comercio, pero con la capitalización de las empresas en el gobierno de Leonel Fernández, en 1997 todo se fue a pique en el batey.
“Entonces llegó la miseria se ha adueñado de nosotros, la gente vivía más cómodo con el tiro de caña al ingenio Pringamosa, que operó en Mata Palacio y cerró Leonel Fernández y el banco Banintel”, expuso con palabras entrecortadas y mugando.
Manuelico es adulto mayor, más longevo, ya no trabaja y vive de los bocados que los buenos vecinos le llevan.
Duerme en el suelo y se pasa el día recorriendo el batey y conversando con  los vecinos, que lo consultan hasta para el brote de conjuntivitis, que afecta los habitantes de Barrancón.
Diana Pierret  asegura tener  95 años y llegó al batey Barrancón en 1968
Diana Pierret, de 95 años llegó al batey en 1968 a Barrancón y asegura, que ahora se viven la peor crisis de la comunidad.
“Aquí no viene nadie, sino es a buscar votos en las elecciones, porque ayudar y levantar nuestro espíritu, solo vienen los evangélicos a orarnos”, sostiene.
Allí también vive Edric Damis, de 78 años, enfermo de una hernia testicular, que mide un pie de altura y un peso de 15 libras, que no le deja caminar.
EL CAMINO
Llegar a Barrancón hay que zigzagueando, por una camino vecinal, repletos de cráteres y lagunas, donde a veces se atascan los vehículos por dos y tres días, hasta que aparezca alguien y lo auxilie.

Son 22 kilómetros de pura odisea, que casi nadie quiere transitar por solitario y desastroso.

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