A PESAR DEL DRAMA QUE VIVEN LOS NIÑOS DE CAYETANO GERMOSEN, EN MOCA AL RECIBIR CLASES EN UNA GRANJA DE POLLOS ,SE NOTAN ENTUSIASMADOS EN APRENDER, PONIENDO ATENCIÓN A LAS ORIENTACIONES DE LA PROFESORA, QUE ESTA EXPUESTA A JUNTO A LOS NIÑOS A CONTRAER BACTERIAS Y ENFERMEDADES
MANUEL A. VEGA
MOCA.- Los niños pobres de Cayetano Germosén en Moca, nunca imaginaron que para estudiar tenía que hacerlo en una granja de pollos y en el piso, expuesto a contraer bacterias y enfermedades en la piel.
"Damos clases en esta escuela por lo buen samaritano que es el granjero, que presta la enramada para que los niños no dejen de recibir el pan de la enseñanza", comentó con miedo a la prensa la directora del centro.
La educadora, que no quiso revelar su nombre por temor a ser cancelada de la “escuela”, pidió que no le tiraran fotos porque así podían identificarla.
Sin embargo, dijo que cuando llueve hay que mandarse para la capilla católica de la comunidad, para evitar los niños se mojen de pie a cabeza, porque aseguró escampa afuera y llueve adentro.
Aunque agradece el gesto del empresario, a quien no quiso identificar, la educadora que nunca quiso revelar su nombre, apeló a las autoridades para que reubiquen la escuela en otro lugar más digno y decente y donde los niños no estén expuesto a contraer enfermedades.
Se dijo en otra fuente, que las autoridades provinciales de
Cayetano Germosén es una comunidad laboriosa, pero golpeada por la desatención oficial, que solo visitan la zona en época de campaña electoral, a buscar el voto de sus moradores como si fueran pavos de Nochebuena.
La “granja-escuela”, además carece de asientos, por lo que decenas de niños tienen que recibir el pan de la enseñanza poniendo sus nalguitas en el piso, hediondo a gallinaza y otros alimentos de pollo.
La pobreza es tan marcada en Cayetano Germosén, que los niños van sin uniformes, algunos sin zapatos a la granja-escuela, cuya educadora apeló a la sensibilidad de las autoridades provinciales, los políticos y el gobierno Central ir en ayuda de los más pobres del lugar.
La pizarra donde se escriben las clases está corroída por la acción del tiempo y el escritorio casi le cae encima a la educadora.
Los caminos vecinales del lugar están inaccesibles y la falta de empleo hace más pobre el lugar, pero el deseo de enseñar a los niños hace de la profesora del lugar un ejemplo a seguir en el norte del país.
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