jueves, 20 de octubre de 2011

Costumbres antiguas de Hato Mayor del Rey


COCINADO CAMPESINO
 MANUEL ANTONIO VEGA
Atacando10@hotmail.com

HATO MAYOR DEL REY.-Muchas de las manifestaciones culturales desarrolladas en los tiempos aldeanos de Hato Mayor del Rey, que se extinguieron o están en proceso de finiquitar, son dignas de recordación y rescate. Deben ser fomentadas e incentivadas en las escuelas y por los grupos culturales.
SONADA DE ATABALES
La actividad comercial y la agricultura son costumbre  tan vieja como la fundación del pueblo en 1520. Además de la ganadería, la agricultura y el comercio eran actividades económicas de subsistencia y de alternabilidad para los nativos antiguos y las presentes generaciones.
La producción de melao, “La Pelambre” o curtido de pieles, la caza y la pesca; la explotación maderera, la alfarería, la jiguerería; la producción de dulces y de derivados de lácteos, fabricación de casabe, la Guáyiga y otros.
Artesanía antigua
La artesanía y las manualidades hogareñas eran transmitidas desde la mocedad con la dedicación y eficiencia.
La alfarería suplía las tinajas, burenes, morros y botellones, botijas, pailas y cachimbos.
El barro utilizado aún se produce en la comunidad de Las Palmillas y Las Tunas, con coloraciones y tonalidades del rojo al negro, que puesto al horno casi cristalizaba.
La Jigüera o artesanía del higüero dominaba los ambientes caseros con su variada utilería, desde la “taza de noche o de la mear” hasta los cucharones y morros para almacenar agua.
Era una costumbre colocar estos objetos en las paredes de la sala o comedor.
El trapiche movido por animales (vacas o caballos) aún están presentes en comunidades de Hato Mayor, guardando una tradición que introdujeron los colonizadores a la isla Hispaniola.
El trapiche tiene como finalidad extraer del jugo de la caña el melao, que se utiliza en la fabricación de dulce, jalao, melcocha y otras mermeladas, compitiendo con la miel de abeja.
La Cabuya, la hoja de plátano y de palmera; la guata y la lana eran material utilizable y predominante hasta la presencia transcultural del modernismo industrial, consumista y foráneo
Comidas y Antojos
 Las castañas  de india o “Buen Pan”, las algarrobas o “mierda en cajeta”, la cañafístula, entre otras frutas que se recolectaban en los campos creaban malestares estomacales a la gente.
La bija, el orégano y cilantrillo reinaban en los condimentos, mientras que el palmito, las arepas de guáyiga o de maíz, el casabe, la miel, eran y siguen siendo muy consumidos.
La carne manía en tasajo y tocino aún es consumido por la población y no falta en el macuto o la valija “preñá” de los viajantes, caminantes y trabajadores agrícolas.
En los hogares, sobre todo en la zona rural, imperan la tinaja, “la jamaca”, la jigüera, la barbacoa, “el ensoberao”, las tres piedras del fogón, asientos de palo.
En el pasado antiguo y reciente se usó el colchón de hojarascas de plátanos, de lana vegetal o de guata.
Los pilones, la batea, la toya y la bandeja del arroz, confeccionado en madera extraída de la raíz de Ceiba.
Era una tradición en la edad infantil el uso de caballo o burro de palo, acido con ripio o bejuco.
La pataca de yagua, el yagüique o yaguacín; la paleta, el bejuco de jabón y el palo amargo; eran indispensables para el lavado de ropa, aprovechando la chorrera del río.
Los burros y caballos siguen siendo ensillados con panó, gurrupela y se usan también los cajones de horquetas.
El fututo es tocado en algunos campos para advertir que hay carne en la carnicería del campo.
El cachimbo ya es escaso en la boca de los ancianos rurales, pero tenemos que recordar la litera o parihuela, que se utilizan aún para transportar enfermos en lugares distantes.
Calzados y vestidos
Trujillo impuso en todo el territorio nacional el uso de zapato para visitar la ciudad, pero en los campos nuestros prevalece el andar descalzo y vestir pantalones arremangaos.
Al llegar la moda de las pantaletas, por los calurosas que son, las mujeres no las usaban para ir a las fiestas; no pudiendo dar la vuelta rápido, porque la cretona y la falda ancha la delataban.
Lo virtuoso y digno de los tiempos idos era la pulcritud y esplendor de la ropa blanca, lavada, almidonada o se le  untaba saliva y planchada, sin detergentes ni electrodomésticos.
 AMORES
 Para conquistar novia: Se lanzaba una piedrecita que la toque, si la devolvía había aceptación. Valerse de una comadre o familiar.
 Para el consentimiento de los suegros, éstos requerían la presencia de los padres o tutores del interesado; y que demuestre las habilidades propias de un futuro “cabeza de casa”
 Como prueba se le ponía pelar un coco sin dañar la masa, pelar caña con esmero, saber agarrar la mocha y la azada en las actividades agrícolas y ganaderas. También saber ahorrar y tener un bohío para poder casarse con la novia
Si era  imposible el noviazgo: El novio se la llevaba por la ventana
CURIOSIDADES Y CREENCIAS
 Entres las creencias y curiosidades cabe resaltar el hecho que en los campos se utilizaba introducir tres piedrecitas en la tinaja; salir de la casa con el pie derecho; enterrar a los ahorcados fuera del cementerio público; matar los gusanos del ganado por la huella; colgar una piedra en el patio para espantar la lluvia; lavar los pies de la estatua de un santo, en el río pa` que llueva.
 COSTUMBRES VARIADAS
 Para repeler los mosquitos se incineraba el estiércol de ganado, seco y al oscurecer
Se prestaban los calzados,  las vestimentas, ropa interior y hasta las cajas de dientes entre vecinos y comadres, para ir al pueblo.
Valerse de espiritismo, vudú y hechicería en pactos rituales y de protección personal y de bienes, asignándose en muchos casos vacases.
Rezar nueve días los muertos sigue siendo una tradición.
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