jueves, 12 de julio de 2012

Hombre sin piernas cultiva parcela, trepa árboles, camina y corre con los brazos


Aquí con el periodista Manuel Antonio Vega


Pedro Martínez Cisneros, de 51 años decidió cultivar la tierra para ayudar a su madre y una hermana que están postradas en cama afectadas de Elefantiasis en Sánchez, Samaná

MANUEL ANTONIO VEGA

Sube al caballo con una habilidad asombrosa
EL VALLE, Hato Mayor.- Pedro Martínez Cisneros, es un noble agricultor de 51 años, que por una enfermedad conocida como Elefantiasis hubo que amputarle sus extremidades inferiores, pero a pesar de ellos labora la tierra, trepas a los árboles, camina y corre con sus dos brazos.
Trepa árboles como los monos, jamaqueandose
Es un notable agricultor de la comunidad de Arenita, en el municipio de El Valle, provincia Hato Mayor, donde se afilió a una asociación campesina que le gestionó con el Instituto Agrario Dominicano (IAD) una parcela, que se considera la modelo del proyecto AC-La Piñita. “Perdí mis piernas por una Elefantiasis, pero no he perdido el deseo de vivir, por eso llevo más de siete años dedicado a darle vida a la tierra, sembrando más de 20 tareas de plátano, yuca, yautía, rulo, maíz, tayota y otros cultivos, para poder sobrevivir y ayudar a mi madre y hermana, que también han perdido sus extremidades, afectadas de Elefantiasis”, dijo con voz avivada, como con ánimo de seguir viviendo para producir.
Se fue al campo para ayudar a su madre enferma
Para llegar a su parcela, el discapacitado tiene que recorrer unos 15 kilómetros a caballo y cuando llega al fundo recorrer con sus brazos, que le sirven de pies, los sembradíos.
Aparte de cultivar la tierra, Pedro Martínez Cisneros hacha grandes troncos de árboles que permanecen en el suelo y que fueron derribados por los vientos huracanados del ciclón Georges el 22 de septiembre de 1998.
Llegó a  El Valle hace siete años, movido por el deseo de conseguir un pedazo de tierra donde ganarse la vida.
Cuando está en el campo duerme sobre una colchoneta que lanza al suelo de una zahúrda o rancheta que construyó con techo y cobija de pencas de yagua, para guarecerse de las inclemencias del tiempo.
No tiene un techo seguro donde vivir en el campo y cuando va al pueblo a vender los rubros y frutos recolectados, entonces duerme en el piso de la iglesia donde se congrega, la Iglesia de Jesucristo el Buen Samaritano”, de El Valle.
Ha preferido pernoctar más en el campo, llevando una vida solitaria, teniendo que producir y cocer sus alimentos para subsistir y prolongar su vida.
Perdió sus dos piernas debido a la Elefantiasis hereditaria que afecta a la familia, una enfermedad donde la sangre no tiene protagonismo por las bacterias. 
La primera pierna le fue amputada 1978 y la otra en 1987.
Su impedimento físico no ha sido motivo para quedarse en casa, pues ahora el diminuto hombre ha preferido escoger las empinadas montañas del proyecto agrario AC-La Piñita, en la sección Arenita, en El Valle de Hato Mayor, para producir lo que va a comer para vivir y ayudar a su madre, Dilia Cisneros y su hermana Altagracia, a quienes la Elefantiasis las tienen postrada que no pueden movilizarse en Sánchez de Samaná.
“Cuando estoy en el campo me acuesto a las 7:00 de la noche, pero ya a la 4:00 de madrugada tengo los brazos sobre la tierra, para caminar al conuco; no tengo descanso, llevo una vida de miserable, pero he tenido que ajustarme a mi condición de pobre”, apuntó.
Su discapacidad le ha permitido desarrollar habilidades asombrosas, como poner el freno, ensillar o aparejar su caballo joco, así como trepar a los cocoteros y quenepas, cuando hambre de frutas tiene.
Es padre de dos hijas: Mercedes, de 28 años, que procreó antes de que le amputaran sus piernas y a Yokasty de 16, que engendró después que quedó sin sus extremidades inferiores y quienes lo visitan a menudos en el campo..
Tiene el valor que le falta a hombres que teniendo sus dos piernas y brazos se han dedicado a ser pedigüeños, robar y matar para conseguir dinero.
Nunca conoció a su padre, pero dijo que aprendió de su madre a no rendirse y buscar de Dios, “lo que he hecho para ganarme la paz espiritual que siento, aunque esté arropado de miseria”.
LLORA CUANDO VE GENTE
 Al noble  y laborioso campesino no se le puede mencionar o recordar a su progenitora, Doña Dilia Martínez, porque de inmediato los parpados se humedecen y hay que agarrarlo y consolarlo, porque de inmediato entra en estado de depresión.
“Es que ya puedo hacer poco por mi madre, ella está postrada en una cama con sus dos piernas más gordas que la las patas de una elefante vieja, y mi hermana Altagracia, que está con ella también tiene una su pierna derecha amputada por culpa de la Elefantiasis y no tiene próstesis”, suspiró al hablar para luego dejar escuchar un quejidos de impotencia… “Caramba Dios, ayúdame, es ahora que te necesito”.
“Si alguien me va  ayudar, que lo haga primero con mi madre, que tiene sus dos piernas más gorda que las patas de un elefante gigante y no tiene recursos para enfrentar la enfermedad que la consume cada día bajo el zinc de una humilde casa de madera alquilada en la comunidad de Arroyo Higüero, en Sánchez de Samaná.
A Altagracia Martínez Cisneros, su hermana le amputaron la pierna derecha, afectada de la misma enfermedad, pero que le hace falta una próstesis para poder movilizar y ayudar a su madre a realizar sus necesidades fisiológicas.
Esta familia oriunda de la comunidad arrocera conocida como “La Gorda”, a unos 8 kilómetros de Nagua, vive un cuadro desolador que amerita que el gobierno Central o gente de buen corazón vaya en su auxilio, para poder prolongar los años de su sufrida vida.
LA ELEFANTIASIS
Esta enfermedad que llevó a Pedro Martínez Cisneros a perder sus piernas, a su hermana perder otra y a su progenitora estar postrada en cama, se caracteriza por el engrosamiento de la piel y los tejidos.
Es una enfermedad de origen bacteriana y es causada por la filariosis o podoconiosis y en presencia de gusanos microscópicos, parásitos
La elefantiasis se produce en presencia de gusanos microscópicos, parásitos, transmitidos por los mosquitos.
Es una enfermada que se agrava con las infecciones oportunistas, según el doctora Elsa Ruiz, dermatóloga que ha tratado varios casos en la región Este.
Es una enfermedad común en las regiones tropicales y África. Los gusanos adultos viven solamente en el sistema linfático humano.
Según los expertos médicos, los esfuerzos en todo el mundo para eliminar la filariosis linfática están en camino de ser potencialmente exitoso para el año 2020. No existe vacuna disponible, pero es probable que se desarrollen en un futuro próximo.

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