LA LUZ QUE PENETRA POR lAS RENDIJAS DE LA HABITACIÓN LE HAN OPACADA LA VISIÓN Y NO TIENE BAÑO NI SILLA DONDE SENTARSE; ESTÁ PIDIENDO QUE LE CAMBIAN LA CAMA QUE LAS PATAS SON BLOCK |
Manuel Antonio Vega
atacando10@gmail.com
HATO MAYOR.- Durmiendo en una destartalada cama, con cuatro blocks de soporte y la
gotera cayéndole encima y sin baño, vive sus 111 años, Paula Caraballo, quien
pidió ayuda al gobierno y aún no van en su auxilio en la comunidad de El 15,
carretera Hato Mayor-Sabana de la Mar.
“Que venga la gente del gobierno o cualquier samaritano de noble corazón a
cambiarme esta cama, que no tiene patas, solo cuatro blocks la soportan; estoy
terminando de vivir mis años como una pordiosera, por no poder valerme, mis
hijos lo han dado todo, pero son tan pobres como yo”, dijo entre sollozos y las
lágrimas corriendo por sus mejillas, la atribulada mujer.
En la casa no hay sillas para sentarse, por lo que sus hijas tienen que
esquinarse a los borde de la cama o sentarse en el suelo para ingerir los
alimentos y descansar.
Denunció que pidió por el LISTIN DIARIO una ayuda, pero que la gente de
Comunidad de Digna se presentó con seis planchas de zinc, cuatro plafones y un
chin de cemento y abandonaron los trabajos y que ahora llueve adentro y escampa
afuera en su humilde hogar.
A su 111 años habla con una fluidez asombrosa y aunque casi no camina,
tiene el arrojo de decir: “esa gente del gobierno vino a mi casa a empeorarme
la situación, porque le pusieron unos cuantos block al baño, pero no le
pusieron sentaderas y ahora tengo que defecar en una ponchera o bacinilla e ir a un baño ajeno a
depositarla”.
A la longeva mujer, de estatura 6.8 pies de estatura casi se le acaba la
vida, pero insiste que no quiere morir rodeada de pobreza y en una cama sin
patas.
La edad ha ido disecando su piel y su cabello de negro ya pasó a color
nieve con brillo y la visión ya casi no le ayuda a realizar las actividades
cotidianas en su humilde hogar.
Doña Paula nació cuando la cédula de identidad era un papel blanco, con su
nombre, los apellidos, el escudo dominicano y el paraje donde vivía la persona.
Llegó a Hato Mayor procedente de Bayaguana en 1930, durante el régimen de
Rafael Leonidas Trujillo con su esposo Bonifacio Aquino (Fallecido), con quien
procreó ocho hijos, siete aún con vida: Reina, Alipio, Domingo, Amado, Melania,
Calazán, Juana (fallecida) y Norys Aquino Caraballo
(Fallecida) y Norys Aquino Caraballo, todos superan los 60 años de edad.
Asegura que llegó a esa edad porque se crio comiendo muchos plátanos con
carne y bacalao asado.
“Pero mira, ahora estoy comiendo pajita que mis hijos pobremente me pueden
dar”, sostiene la anciana, que no deja de mover sus piernas cuando gesticula la
boca para hablar.
Llegó laborar la tierra junto a su esposo, llegando a sembrar cacao, café y
rubros agrícolas, para criar y educar a sus hijos.
La pobreza es visible en el “hogar” donde vive Paula, donde se puede
observar que los traste del hogar son enganchado en rendijas de las maderas de
tablas de palma que cubre su humilde casita, carente además de estufa, vitrina,
piso en buena condición y un baño donde realizar sus necesidades fisiológicas.
Insiste en que “No quiero irme de este mundo durmiendo en esta fea cama,
con blocks como patas y las rendijas que adornan mi habitación”.
Piensa que la luz que penetra por las rendijas durante la noche ha afectado
su visión
La mujer más vieja de Hato Mayor es cuidada por su hija María Aquino
Caraballo, que cuenta 75 años de edad, la que tampoco puede trabajar para
ayudar económicamente a su madre.
Aunque el pelo de doña Paula se le ha cubierto de nieves, se puede colegir
que era un pelo lacio, con lo cual ella misma dice, “me conquisté a mi esposo,
con este pelo, que hoy es blanquecino.
Cuando Paula nació, en los campos dominicanos, se cocinaba con manteca de
cerdo y del extraído de la copra de coco.
A su edad, sigue siendo útil, ya que es requerida por alcaldes pedáneos
para gestionar ante la oficialía civil, actas de nacimientos tardías a personas
de la comunidad.
Las paredes de la sala de la casa son la vitrina, donde se pueden apreciar
platos, jarras y cantimploras para tomar agua, mientras que tres piedras en un
fogón, dentro de la cocina, sirven para cocer los alimentos y preparar las
tisanas campesinas, en base a hojas de Yanten, Limoncillo, Tedenque y Ozúa.
El agua de coser los alimentos es almacenada en tanques viejos y se cocina
con leña seca o charamico de naranja, que buscan en los campos de china del
Consorcio Citrícola del Este, porque no hay estufa.
Los hijos y los esposos de las hijas viven de conuquismo y de echar días
como jornaleros
No hay comentarios:
Publicar un comentario