domingo, 9 de septiembre de 2012

Hato Mayor, cuidemos a Papito


Manuel Antonio Vega
atacando10@gmail.com

La eficiencia, la honestidad y la responsabilidad, muchas veces no es premiada ni valorada como debe ser, porque ahora un grupo de personas, incluyendo abogados y políticos buscan hacer saltar del cargo al fiscal de Hato Mayor, para luego asaltar la fiscalía.
Sepan detractores, que el delincuente teme a Papito y el hombre de trabajo se siente más seguro y tranquilo.
La fiscalía de Hato Mayor, una de la mejor valorada por varios años, es para varios abogados, que no se han preparado a luz del nuevo ordenamiento jurídico y el Código Procesal Penal, una retranca que le impide hacerse de dinero y lograr la libertad de delincuentes.
Para algunos políticos del patio tener el control de la fiscalía es tener en parte ganada unas elecciones, porque desde allí, entienden ellos,  se hace favores políticos, obviando normas y procedimientos legales.
No entiendo esto, porque el PLD ha ganado varios certámenes electorales y el fiscal ha sido Manuel Emilio Santana Montero.
Pienso que Papito, como es conocido el fiscal de Hato Mayor ha ayudado, con su comportamiento y accionar a favor de la sociedad a buscarle algunos votos al PLD, por las valoraciones que se hacen en grupos sociales, económicos y religiosos.
Papito no es         el fiscal de los delincuentes, del estafador, extorsionador, de vendedor de drogas, de ladrones, ni de quienes en la oscuridad buscan adueñarse de la sociedad para hacerla un puro cao y desorden.
Papito no es la moneda de oro que gusta a todo el mundo, pero es el fiscal honrado, honesto, responsable, que con sapiencia ha sabido dirigir la mejor fiscalía del Este, lo que enaltece y valorariza la provincia de Hato Mayor.
Sé que es humano, que por esa condición tienes fallas y debilidades, pero dentro de ese parámetro ha  sido mejor que los anteriores.
Es un fiscal que le inspira confianza al maestro, al alumno, al hombre de trabajo, a hombres y mujeres de fe.
Por sus iniciativas en contra de la delincuencia, Hato Mayor está entre la ciudad más tranquila de la región Este y la número cuatro a nivel nacional.
La tranquilidad no se compra con dinero, se gana con esfuerzo y tesón que se imprima sobre la delincuencia.
Se le acusa de tener  a muchos jóvenes presos en la cárcel pública, General Pedro Santana de El Seibo, pero es bueno indicar que están allí por delinquir, robar, matar, violar, atracar, secuestrar y vender drogas. Están en el lugar ideal.
Gracias a Papito hoy no tenemos menores en burdeles como pirujas o pindongas, sin que sus patrocinadores no hayan obtenido castigo.
Hay abogados que no saben ni la “A” del Código Procesal Penal y procuran hacer saltar del cargo a Papito.
El abogado busca resolverle al cliente cuando está preso por algún delito, pero  no debe pretender que para ello el representante del ministerio público debe ser blandengue o timorato.
Un fiscal debe ser un ser de temple, que no se lo doblen las cuclillas ni se le ablande la coraza y el corazón para actuar contra la delincuencia.
No abogo para que sea fiscal para siempre, porque la misma sociedad que ha mordeado el hombre lo impedirá, pero sí lo está haciendo bien y las encuestas radiales, de la televisión y la valoración que se tiene dentro del tren judicial estatal dice que va bien, pues que lo siga haciendo bien, porque es para beneficio de la sociedad.
Tengan cuidado abogados y políticos de Hato Mayor, esta ciudad está tranquila y bien dirigida.
No desarbolen las avispas y por apetencias personales y mercuriales echen por la borda el magnífico esfuerzo que se ha hecho en los gobiernos del PLD para tener a Hato Mayor tranquilo y con la tasa más baja de criminalidad.
Es bueno recordar que un fiscal es el funcionario público o magistrado que lleva materialmente la dirección de la investigación criminal y el ejercicio de acción penal pública.
Es decir, es a quien corresponde desempeñar directa y concretamente las funciones y atribuciones de éste, en los casos que conoce.
Estos funcionarios, en los casos que tienen a su cargo, ejercen sus funciones con independencia y autonomía, bajo los principios de legalidad y objetividad, debiendo practicar todas las diligencias que fueren conducentes al éxito de la investigación, siendo responsables, en el ejercicio de sus funciones, en el ámbito civil, penal y disciplinario.
Habitualmente están facultados para impartir instrucciones particulares a la policía, respecto cada causa (sin perjuicio que toda actuación que restringe o afecta derechos fundamentales, requiere por regla general de autorización judicial previa).
No obstante lo anterior, las autoridades y jefaturas del Ministerio Público, en los distintos sistemas, suelen ejercer un control jerárquico más o menos permanente de los agentes de su dependencia, que se extiende tanto a la eficacia y eficiencia en el cumplimiento de sus objetivos, como a la legalidad y oportunidad de sus actuaciones.
Hato Mayor, cuidemos a Papito!!!

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