Hablaba el dialecto de Mingrelian, y al cumplir 130 años, en 2010, a través de un traductor aseguró que "siempre estuve sana, y trabajé toda mi vida en mi casa y en la granja".
Durante la última década tuvo algunos problemas para caminar, por lo que se quedaba la mayor parte del tiempo recostada en la cama o sentada, además de haber perdido fuerza en sus dedos, lo que le impedía continuar con su amor por el tejido de punto, según comentan sus familiares.
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