martes, 9 de abril de 2013

Están de moda los chances judiciales en Hato Mayor

Manuel Antonio Vega

Manuel Antonio Vega

De un tiempo a esta parte, he estado escuchando en Hato Mayor, muy particularmente en el palacio de justicia, “Bienvenido-Machito-Canto”, la expresión “Lo chancearon”, que es lo mismo que lo perdonaron, le dieron una oportunidad a un delincuente o a alguien que por primera vez o varias ocasiones haya cometido un delito o quebrantado las leyes establecidas para normar la sociedad.
Este salto jurídico raya en lo absurdo y se presta a malas interpretaciones y elucubraciones que más temprano que tarde pueden empañar las acciones judiciales, en un pueblo donde hasta el momento, es “santo” en corrupción con relación a otras ciudades donde la justicia es un mercado donde se venden y compran decisiones judiciales a todos los niveles.
Reglar la justicia no es una tarea exclusiva de quienes laboran como jueces, ministerios públicos, secretarias, sino también de la sociedad en su conjunto, que expectante ve como a menudo regresan a las calles delincuentes, violadores sexuales, vendedores de drogas, abusadores de mujeres, atracadores y ladrones.
Por eso hemos asumido el sagrado compromiso de ser vigilante del comportamiento que deben exhibir jueces y fiscales en nuestra demarcación como profesional, para que algo quede registrado del buen o mal comportamiento que en el presente y los días por venir convinieran o debieran exhibir quienes están al frente de la administración de justicia.
Entiendo, como muchos otros ciudadanos, que la justicia no está para “chancear” a delincuentes ni a nadie que haya roto, quebrado o rajado las leyes, que muy bien elaboró el legislador para vivir y tener una buena convivencia  humana.
El chance no puede relajar la aplicación de justicia en Hato Mayor, un pueblo que poco a poco se ha ido llenando de delincuentes, extorsionadores y narcotraficantes.
La moda del chance judicial hay que extirparla de raíz, pero ahora, de una vez por siempre, para evitar el descrédito judicial y caer en la historia, en las páginas de periódicos y las redes sociales como un pueblo de cómicos y personas irresponsables.
Hay que acabar del todo con algo malo que está muy arraigado, pero que en los últimos tiempos ha aflorado con mayor fuerza, para dañar, empañar el buen desempeño que hasta el momento han exhibido quienes tiene la responsabilidad de administrar justicia en Hato Mayor, una sociedad sui géneris y hetereogenea en el comportamiento y las acciones públicas.
La uniformidad judicial tiene que seguir primando para bien de la sociedad de Hato Mayor, para bien del propio tren judicial.
El chance judicial es algo no uniforme que presenta distintas caras, aspectos y formas que bien pueden afear el orden o  mandato establecido, para caer en la burla, la zumba o el chasco jurídico.
La justicia debe ser como el granito, constituido por moléculas duras y semitransparentes, pero consistente, que no puede exfoliarse por el chance, un mal que va en crecimiento y que está siendo seriamente cuestionado.
Pienso que el chance no puede desgastar, deshojar la buena administración de justicia, ganada en base a esfuerzos y observada por las críticas que buscan tener un estamento limpio y exento de escándalo.
El chance tienes a muchas gente mala haciendo cosas malas, burlándose de esa manera de la oportunidad gratuita que se le ha dado para que puedan reordenar sus vidas, pero que trastocan y desordenan amparado por el diabólico chance.
No al chance judicial, por ser cómplice de la tragedia, del delito y enemigo de la buena conducta que debe exhibir un juez, fiscal o autoridad policial.
El chance es ominoso, despreciable, funesto y hasta ruin, por lo tanto no puede estar en la conciencia preclara de jueces y fiscales, llamados a mordear o enderezar la sociedad.
Es maldito, dañoso, nocivo y contrapone la verdad con la realidad que hoy vive nuestra sociedad.
Hay que decirle no al chance judicial por razones o presiones políticas, familiar, de vecino, de amigo, que sin proponerselo o proponiendoselo están malogrando un estamento, que como la justicia, está dejando de ser garante del orden establecido y consagrado en nuestra Carta Magna y resoluciones y acuerdos internacionales, de los cuales la República Dominicana es signataria.
El chance es el peor aliado de un buen juez, fiscal o autoridad policial, pues el que quebrante la ley debe sujetarse al castigo o perdón que impone, no al capricho o relaciones amistosas del imputado con la autiridad legalmente constituida.
El chancero es una persona malidiscente porque arruina su buen nombre al obviar y soslayar  el cumplimiento de la ley para favorecer al violador.

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