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Manuel Antonio Vega |
Estoy muy preocupado… Y
con sobrada razón.
Es que Hato Mayor, una
ciudad que en el otrora reciente, era tranquila, apacible y donde la familia se
echaba a dormir antes de las 10:00 de la noche, ya no puede conciliar el sueño por los
ruidos.
Mi preocupación está por
el bullicio, que parece que en las últimas dos décadas se ha enraizado en los
hatomayorenses, que ahora comienzan a acostarse hasta la 3:00 de la madrugada.
La aculturación y la
modernidad han cambiado la personalidad y la cultura de los nativos, que ahora
son más tolerantes al bullicio que a la tranquilidad.
Ya en Hato Mayor no hay
madrugada sino mañanita, por los altos ruidos de colmadones y carros bocinas
Los ruidos se apoderan
de los ciudadanos, que aunque hay leyes y quienes deben aplicarlas, permiten que el
pueblo sean un solo equipo de música.
No se percibe la
injerencia de Medio Ambiente, las autoridades municipales y la policía para
detener los escándalos, griterías y ruidos que emiten los carros bocinas,
motores, que adaptan muffler con ruidos estruendosos para transitar las vías
públicas.
La paz pública está
amenazada y el sueño está negado por los ruidos en colmadones.
El ruido es un sonido
indeseable y perturbante que afecta
sicológicamente y físicamente al ser humano, pero en Hato Mayor la juventud
practica el ruido para atraer la atención de los demás.
Estoy preocupado más por
el silencio y las pocas acciones que deben implementar las autoridades, que por
el propio ruido.
Pienso que quienes hacen
ruido y perturban el sueño de hombres y mujeres que cada día tienen que dejar
la cama en la madrugada para ir a los centros de trabajos, pagan o tienen
permiso para hacer ruidos.
La propia Organización
Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el nivel de ruido no sea mayor de 55
decibeles para no generar grados de molestia, como trastornos del sueño,
malestar general y dolor de cabeza, entre otros efectos a la salud, pero en
Hato Mayor hay lugares donde el ruido ronda hasta el 80%, sin que nadie
intervenga para corregir la situación.
Valoramos el gesto del
fiscal, Manuel Emilio Santana, por
buscar moderar los ruidos en negocios, pero quiero decirle a él, que cuando se
asoma a la cama, los ruidos no tienen regimiento ni control en la ciudad.
Los sonómetros,
instrumentos usados para medir los niveles de sonido colocados, la población no
lo conoce, pero sí saben que no duermen por el alto volumen de radios en
negocios y carros bocinas.
Los ruidos, tanto en el
campo como en la ciudad, no es
reglamentado.
Aplicar la regulación es
sencillo, pero no se cumple, o mejor dicho, no se hace cumplir en Hato Mayor.
Los políticos
Cuando una autoridad
busca frenar el ruido y el bullicio, los políticos se unen, para impedir que se
cumpla con la ley o disposiciones legales.
La bulla de los burdeles
se riega por todos los barrios de la parte norte de la ciudad, pero nadie puede
parar a esa gente, porque se dice que por lo bajo agentes policiales reciben
comisiones.
La calidad auditiva se
está perdiendo en Hato Mayor y pronto tendremos que poner escuelas de sordos
para poder entendernos.
Estoy preocupado porque
muy pocos nativos luchan contra el ruido, mientras otros piensan que luchar
contra el ruido es abogar por el silencio.
Realmente
estoy preocupado, por los ruidos, quienes lo producen y por quienes lo
permiten, pudiendo hacer algo para evitar nazcan las escuelas de sordos en Hato
Mayor.
MUY CERTERO SU COMENTARIO, A ESO LE DEBEMOS SUMAR ALGUNOS RELIGIOSOS, CIERRAN CALLES Y PONEN MÚSICA Y RUIDO A ALTAS HORAS Y OFENDIENDO A LOS LUGAREÑOS. LA PREGUNTA ES, QUE ES LO QUE HAY QUE HACER PARA QUE LAS AUTORIDADES COMPETENTES HAGAN CUMPLIR LAS LEYES? SE SUPONE QUE ES ILEGAL EL CONSUMO DE ALCOHOL EN LUGARES ABIERTOS (COLMADONES) SUMADO EL RUIDO CON MÚSICA A DECIBELES INSOPORTABLES. QUIEN NOS AYUDA A LA PONLACION INDEFENSA? QUIEN?!!
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