Ellos
viven su vida de lo más que se yo… No le dan mente a los problemas que afectan
el país y el mundo. Y, muchos menos están pendiente a lo que usted pueda pensar
de ellos. Ellos viven la vida a su manera, en la más extrema felicidad.
Unos
caminan y otros deambulan por las calles buscando la subsistencia, mediante el
consumo de productos alimenticios (Muchas veces en estado avanzados de
descomposición; otros viven alucinados por los “jumos que se dan o que tienen
permanentemente”.
Ellos,
esos desequilibrados mentales han estado
gravitando en la vida del municipio desde el génesis del Ejido.
Aquí
le dejo breves historias de los locos o enajenados mentales que ha tenido Hato
Mayor y que han y son famosos hasta después de su desaparición de sobre la
tierra.
Pedro Trinidad (Chocló) Hijo de Hilaria y Pedro Trinidad, ambos
(fallecidos), nativos y residentes en el paraje La Tuna. Pedro era un robusto
hombre de más de 6 pies de estatura, de 50 a 55 años de edad, que recorría las
calles de Hato Mayor vendiendo escobas.
Andaba
descalzo. Solía vender las escobas y artefactos de arcilla, mayormente calderas
para ablandar habichuelas, para mantenerse y mantener a su madre honradamente.
Madre e hijo vivieron por muchos tiempos en la indigencia. Algunos jóvenes de
la época se enojaban cuando le decían “Tan Feo, igualito a Chocló”. A Chocló
había que comprarle las escobas y limones “obligao”, porque si no te entraba a
maldiciones y obscenidades impublicables
En
el ocaso de su vida se abrazó al alcohol, lo que le aceleró la muerte. Murió en
el hospital regional “Antonio Musa” de San Pedro de Macorís y fue sepultado en
la fosa común del centro hospitalario, por no aparecer un familiar que se
hiciera cargo del funeral
Abigail “El loco Abiga” También
llamado Marichal, por los veloces lanzamientos de piedras que hacía cuando
era molestado. Era un hombre alto de
unos ojos extraños, parecido a los de un gato “barcino”
Era
de tez oscura, sin mucho cabello y de edad avanzada. Hermano de Cijo Jiménez,
residente en El Cercado, hace muchos años.
Abigail
vivió un tiempo aislado de su familia en la comunidad de Arroyo la Puerta, en
fundo sembrado de cuantos cultivos hubiera en la tierra.
Dolorita, Personaje
atrayente por su atuendo. Era una mujer de cierta edad, medio arrugada, pelo
largo y lacio con canas, que deambulaba por las calles de Villa Canto
principalmente con una colección de collares, pulseras, gomas y arrastrando una
chancleta en mal estado. Su nombre de pila era Dolores Rodríguez
No
reaccionaba violentamente por más que se le provocara. Según personas
consultadas al respecto “Dolorita La Loca” procedía de Mata de Palma.
Se
desapareció de la ciudad y las últimas noticias que se supo de ella fue que
falleció en un asilo de ancianos en Santo Domingo, donde la llevaron la familia Canto y Blanco. Llegó a tener un
marido en la comunidad de Doña Ana, en la finca de Juanicán Mota
Daniel: Este fue el loco más violento que conoció a
Hato Mayor. Llegó a matar a una mujer en las inmediaciones del mercado a
pedradas. Siempre andaba desgreñado y harapientos. También desapareció de la
ciudad.
Primo Lindo: El se
considera “lindo” y de ahí le deviene el mote que lo hizo popular entre los hatomayorenses. Se
especula que este señor una vez hizo una fuerza muy grande por la cual se le
alteraron sus genitales y “quedó medio loco”. Cierta o no esta versión Primo
Lindo va por las calles, masturbándose a escondidas o por paga, descalzo y sin
más ofensa que a la moral pública.
Gotera: No era “Loco”,
vivía en Villa Canto. Cuenta la leyenda que cuando Gotera murió (había sido
boxeador en su juventud, quedando invalido a causa de una caída, por lo que
dedicaba sus últimos años a las trabas de gallo y santería, caminando con un
bastón de palo), hubo que romperle las extremidades inferiores para poder
ajustarlo en el ataúd. Y de paso también fue necesario “hacerle una oración
final, porque tenía un resguardo”. A la hora de su muerte no tuvo familiares.
El barrio de Villa Canto hizo colecta para sepultarlo.
Bombillo Personaje: Famoso. No
era “Loco”, sino que siempre estaba dispuesto a servir a su pueblo. De vida
alegre, se ganó el mote porque
supuestamente siempre estaba prendido. Fue empleado de Salud Pública y otras
dependencias (se le recuerda por haber eliminado una gran cantidad de perros
realengos, con pedazos de carnes envenenados) y la leyenda le atribuye la
siguiente frase al participar en el entierro de Gotera. Cuando terminaron de
cavar la tumba en la tierra este comentó:
“Búscatela
ahí”, y ordenó que tiraran el féretro. Todos sonrieron, menos el muerto.
“Piyiya” se
caracterizaba por cantar música con un pico de botella y hacer anécdotas de
personajes que sólo él conoció.
En
su juventud fue miembro de la Marina de Guerra, presumiéndose que su salida lo
llevó a la locura. Era más popular de los locos de Hato Mayor, ya que hacía un
show en cualquier esquina con pico de botella. Contaba anécdotas increíbles,
que ponían a gozar a cualquier mortal.
Caribe: Es uno de
nuestros locos más populares que aún recorre
las calles de Hato Mayor con un palo al cinto, simulando tener un
machete. Oriundo de la comunidad de El
Manchado, Caribe no hace maldad a nadie, pero si se enamora de cuantas mujeres
ve en la calle. Inescrupulosos han tenido la osadía de cuantas locas llegan a
la ciudad buscan a Caribe, para que le pase por encima, le haga sexo puro.
La
gente le atribuye la muerte de dos personas, pero esto nunca fue confirmado.
Chinán: Se
caracterizó por pedir e insultar a las personas que le pasaban por su lado.
Siempre andaba descalzo y el pantalón arrollado.
Mon Eusebio: Ahora en
cama, este loco tenía como particularidad repasar los predios ajenos. Era un
loco laborioso y productivo.
Aún
vive afectado por una trombosis que lo tiene en cama
“Pitate”: Este violento
enajenado mental solo había que “pitarle”, que inmediatamente busca un “callao” y la lanzaba contra la primera
persona que sus ojos lograban captar. Muchos cristales de vehículos fueron destruidos por las piedras que con furias
lanzaba “Pitate”. Era nativo de
Vicentillo, El Seibo.
Su
nombre de pila era Pedro Sosa y aunque era
loco jugaba a la lotería. Para el autor de este libro hacerle una foto tuvo que
cantearse con veinte pesos, “para jugar mi número”; era abonado al 28
Ya
vendrán más historias….por Atacando.net
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