Dentro de las tantas obligaciones que tiene que afrontar un presidente está la de elegir a los hombres y las mujeres que van a ejecutar todas las tareas propias del el Estado con los ciudadanos. En ellos figuran los ministros, viceministros, asistentes, embajadores, directores, administradores, embajador es, cónsules, y gobernadores.
Es una tarea delicada, en la que el mandatario pone a prueba su olfato político, porque en el duro camino que lo condujo a la presidencia aparecen muchos oportunistas, arribistas, villanos y trepadores que se visten de santos y se arriman al futuro presidente con el sólo objetivo de obtener fortuna sin medir escrúpulos.
Al respecto dice José Martínez Ruiz, Azorín, lo siguiente: “Rodean a todo hombre de influencia gentes de toda suerte y catadura; unos son buenos, discretos y leales; otros son galopines, truchimanes y trapisondistas”.
Estos trapecistas del oportunismo aplauden y se ríen de cualquier movimiento de quien dirige el Estado, mientras por las espaldas preparan maletas donde guardan la gula y la avaricia para en el menor descuido del presidente llenar las valijas con el dinero del pueblo.
Cuando un mandatario se rodea de individuos sin ninguna condición moral, ni académica, sólo porque aportaron en las campañas, con el fin de multiplicar sus aportes una vez en el Poder, constituye un desafío que pone a prueba la inteligencia del presidente, pues si cede a las presiones de los grupos que aportaron no podrá cumplir con sus metas trazadas y anunciadas en campañas.
Cuando Danilo recorría el país promoviendo su candidatura a la presidencia le llegaron muchas donaciones de dinero, pero devolvió varias porque mandaba a su equipo a investigar la procedencia de la misma.
Por eso el presidente debe conocer la vida y las actividades de cada uno de los hombres que lo rodean. En este sentido citemos nuevamente a Azorín: “Conózcalos a todos el político; sepa cómo vive éste y el otro; Qué negocios lleva entre las manos; de qué se sostiene… Cuáles son sus secretas idas y venidas; el político lo sabrá todo punto por punto…”. Un mandatario no puede alegar ignorancia con relación a los actos de sus subalternos, por eso veo con optimismo al presidente Danilo Medina Sánchez, quien no permite que le cuenten y anda en constantes supervisión de las innumerables obras que ha iniciado a nivel nacional para que no ser sorprendido con los problemas, pero lo más importantes es que no prepara escenarios para que los funcionarios no puedan maquillar el trabajo encomendado.
Pero lo más importante es que con su estilo frugal, parco, sobrio y austero, el presidente Danilo envía un mensaje claro a todos sus ministros, directores, y asistentes de que su eslogan de hacer lo que nunca se ha hecho no era un estribillo de campañas. El mandatario ha impuesto un estilo que le ha generado el nivel más alto de simpatía a un mandatario que ha generado un alto apoyo hasta en los sectores de oposición.
Quienes dicen que su primer año de gobierno ha sido un fracaso ni ellos mismos se lo creen, aunque en los países pobres la actividad política está dirigida por actitudes que obedecen a emociones y no al razonamientos, lo que provoca muchas veces que el éxito ajeno eche a correr en la sangre de los resentidos y amargados el gusano de la envidia, el odio y el fanatismo.
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