Esta extraña ave nocturna ha provocado asombro en Venezuela, pero ya se conoce su historia.
El nictibio urutaú (Nyctibius griseus),2 también denominado urutaú, urutaú común,pájaro fantasma, biemparado norteño, pájaro estaca menor o estaquero común,3 es una especie de ave caprimulgiforme de la familia Nyctibiidae que se encuentra en Centroamérica y Sudamérica, desde Nicaragua al norte de Argentina y norte de Uruguay1 .
Es una especie sedentaria que habita en los bosques abiertos y sabanas. Pone un solo huevo blanco lilaceo manchado, directamente en una depresión en una rama o tocón de un árbol.
El urutaú menor es pariente cercano de los atajacaminos o chotacabras (caprimúlgidos), pero al igual que los otros urutaúes (familia Nyctibiidae o nictíbidos) carece de las vibrisas o cerdas alrededor de la boca presentes en los caprimúlgidos. Tiene de 33 a 38 cm de largo total y es pálido grisáceo tirando al castaño, finamente rayado con negro. Tiene los ojos color naranja o amarillo, grandes.
Este insectívoro nocturno caza desde una percha o posición elevada como un alcaudóno tiránido. Pasa el día posado erguido en un tocón de árbol, con el cual se mimetiza como si fuera parte de él.
Se puede localizar al urutaú menor por la noche por la reflexión de luz de sus ojos amarillos o por su grito melancólica persistente, como un lamento humano, que disminuye en intensidad y volumen.
En Ecuador se le conoce como Nictibio y puede ser observado en el Bosque del Cerro Colorado y en el jardín Botánico de Guayaquil.
En Perú se le conoce como ayaymama debido a su canto que se asemeja al lamento de un niño que dice ¡Ay, ay, mamá!, además, este peculiar canto ha dado lugar a una leyenda de la Mitología de la Amazonia peruana.4
En Bolivia se lo llama guajojó; allí vive en el espesor de la selva cercana a los llanos orientales de Santa Cruz, se cuenta como leyenda que el guajojó era una joven hija de un brujo, el cúal, al saber que ella estaba enamorada, mató a su amado, convirtiendo en ave a su hija quién, desde entonces, vaga por la selva con su lastimero canto.
En el norte de Argentina y el sur de Bolivia (Tarija) se llama cacuy, y el vocablo proviene del quechua, kakuy: permanecer, quedarse. Cuenta la leyenda que era una niña muy mala que maltrataba a su hermano. Éste cansado por eso, la llevó al bosque, la hizo subir a un árbol y le dijo que esperara hasta que él buscara miel de abejas. Al bajar cortó todas las ramas del árbol y dejó a su hermana en la copa del mismo. La niña inquieta porque no volvía sintió miedo y rompió a llorar “turay, turay”, que es hermano mío, hermano mío. Tal vez el nombre venga de quedarse o permanecer donde fue abandonada por su hermano. Por extensión se le dice cacuy a la persona que llora mucho: “¡está llorando como cacuy...!” (Del libro Catamarca, Ensueño y Leyenda de Rodolfo Lobo Molas, Argentina 2005).
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