Manuel Antonio Vega
El Valle, Hato Mayor.- Juan Cimarrón, es un hombre de unos 43 años de edad, que nació al amparo de los árboles y pastizales del parque nacional Los Haitises, haciendo vida nómada completamente descalzo y desnudo en la reserva científica, lugar que no ha abandonado ni con las inclemencias del tiempo, los ciclones que han afectado el país ni con el desalojo llevado a cabo por el gobierno de Joaquín Balaguer en 1991 en la zona.
De tez negra, ojo de mirada profusa y de unos cuatro pies de estatura, este enigmático y extraño hombre ha vivido más de 40 años completamente desnudo, descalzo y solo alimentándose de víveres, arroz y trepando a árboles frutales para poder sobrevivir en el parque nacional Los Haitises.
Su cuerpo solo vez agua cuando la madre naturaleza apremia la lluvia en el copioso bosque que lo rodea.
Duerme y hace siesta en una zahúrda, cuchitril o tabuco, construido con dos palos y un caballete, forrado con varias pencas de yagua de palma real.
Como en la época del paleolítico, Juan Cimarrón, como es conocido por las escasas personas que lo han podido ver y hablar, prende candela frotando dos piedras volcánicas, que extrae de las que abundan en la zona, para cocer sus alimentos.
El fuego es su acompañante durante el día para cocer sus alimentos y la noche para dormir, ya que agita la candela en la oscuridad al parecer para evitar ser atacado por los jejenes, mosquitos, serpientes, macos y roedores mientras duerme.
Pocas personas en el municipio agrícola de El Valle, distantes a unos 17 kilómetros al oeste de donde aguarda el hombre cimarrón, saben de la vida silvestre de este hombre y solo creen que es una leyenda, que no existe.
Justifican que es una epopeya, porque nadie podría sobrevivir tanto tiempo en el bosque sin ir al médico, bañarse y comer sanamente.
Juan Cimarrón trepa a las matas de coco con una rapidez y agilidad asombrosa.
Parece como si estuviera uñas o garfios metálicos en sus extremidades y donde no puede trepar, entonces derriba el árbol por el tronco, con un machetico sin cabo y que da filo frotándolo a una piedra volcánica.
Habla fañoso, entrecortado, es gago porque al parecer tiene frenillo en la lengua.
El entorno de la “casa” donde malvive el hombre de tez negra, luce limpio, lo que da notación de que se puede hacer algo para ayudar al cimarrón, que a pesar de que vive en el bosque no mata los animales ni las aves.
El pelo le crece en la cabeza, asilas y genitales desorbitadamente, pero Radhamés Peguero, un hombre que tiene un kiosco en la comunidad del Kilómetro 4, próximo donde pernocta Juan Cimarrón, lo recorta y afeita. Solo a Radhamés tiene de amigo y a quien le trueca o vende los cocos secos de las matas que derriba por arroz.
Pedro Martínez Cisneros, el famoso personaje de El Valle que carece de sus dos piernas, labora su parcela y trepas a los cocos como si nada, dice que conoce a Juan Cimarrón y que hace unos siete años tuvo que enfrentarse a los machetes con él para salvar su vida, porque el salvaje hombre entendía que le estaba invadiendo su hábitat.
“Ese hombre es salvaje, no come carne, solo víveres y arroz y cuando ve a alguien que se asoma a su “casa” se le ponen los ojos como un tomate de rojo y le va encima con un machetico corto y sin cabo que tiene”, narra Martínez Cisneros, quien dices tuvo que darle unos palos para evitar lo matara a machetazos, porque llegó hasta donde vive.
Cuando visita propiedades privadas contiguas, Juan Cimarrón saca la yuca, batata, ñame y se carga con la más grande y deja la rabiza o restrojo en el conuco. A los plátanos le corta las manos más grandes y deja la mata parada.
“Donde él vive está limpio, barrido y los árboles alrededor del taburete que le sirve de morada lo ha cortado, para que le entre la claridad del sol y de la luna. Además aborrece los animales aunque no lo mata”, sostiene Pedro Martínez Cisneros, quien abogó porque las autoridades traten de sacar a ese hombre del bosque y llevarlo a un centro hospitalario o un lugar donde se pueda hidratar y alimentar debidamente.
Aunque en la zona abundan los peces, jaiba y camarones, prefiere alimentarse con víveres y frutas
Juan Castillo, un agricultor que tuvo que defenderse de los ataques de Juan Cimarrón, pidió a las autoridades de Salud Pública ir al rescate de ese hombre, para que pueda prolongar su vida, porque mosquitos, jejenes y la inclemencia del tiempo le están achicando la vida.
“Ese hombre puede vivir civilizadamente, vive nómada porque no ha encontrado a alguien que corra en auxilio”, expresa Castillo, quien ha podido hablar con el hombre y asegura que es nativo de San Cristóbal.
Sostiene que Juan Cimarrón nació en Los Haitises, pero que con el desalojo sus padres se fueron a vivir a Los Hatillos de Hato Mayor y jamás volvieron por él.
Cama de tierra
Para dormir, el inexacto y extraño hombre, zanjó o hizo un boquete en la tierra al tamaño de su cuerpo, donde se deposita al lado de una hoguera que no cesa la llama. Se cree que utiliza piedra de sal para mantener fuego a su alrededor.
En el día se le ve mayormente trepado en los árboles, unas veces meditando, otras picándolo para alcanzar algún fruto.
Utiliza una cantimplora antigua de aluminio para cocer los alimentos, pero no utiliza aceite ni sal. El agua la busca en arroyos y ríos cercanos.
En tiempo de lluvia nadie lo siente, sospechándose que se refugia en alguna caverna de las que abundan en la zona de amortiguamiento de la reserva científica.
Pudiera guardar un tesoro
Hay quienes sospechan que Juan Cimarrón pudiera guardar un tesoro en ámbar, ya que se le ha visto cavar en túneles y extraer objetos que carga celosamente, aunque no se sabe donde lo guarda.
“El confeccionó un macuto o saco en fibra de majagua, que extrae del árbol que abunda en la zona y en el carga cosas, que nadie sabes, pero que sospechamos es ámbar”, indica Martínez Cisneros.
Es un hombre completamente nómada, es como si estuviera en la era del Paleolítico, porque su vida está caracterizada por un desplazamiento continuo o periódico en el bosque.
Salud Pública y Medio Ambiente deben ir por él para salvarlo y salvar el bosque, ya que su único oficio es depredar los arboles con un corto machete que tiene
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