MANUEL ANTONIO VEGA
EL VALLE, HATO MAYOR.- Un anciano de 72 años ha logrado convivir más de dos años con cientos de gusanos incrustados en ulceras o llagas que afectan sus piernas, sin que las autoridades de Salud Pública hayan ido en su auxilio para evitar el hombre sea "ruyido" por completo por los parásitos en el municipio agrícola de El Valle, provincia Hato Mayor.
Encerrado en una casita y en completo hacinamiento, Víctor Jiménez, espera de la caridad pública para matarse los depredadores de carne.
El desahuciado anciano reside en la calle Cleto Cornelio del sector conocido como Callejón Sur en El Valle.
Para quitarse algunos gusanos, el anciano utiliza un palito, cayendo las orugas al piso, donde también se observa un líquido pastoso de color amarillo que expiden las gigantes llagas que atrofian sus extremidades inferiores.
Las moscas no cesan en merodear la putrefactas heridas del anciano, depositando cresas, que multiplican las larvas que forman el gusano depredador de carne.
Los gorrones o comedores de carne han cambiado el color de la piel en las piernas de Victorcito, mote con el cual la gente de El Valle conoce al hacinado hombre.
Durante la noche, los depredadores le causan dolores tan fuertes que los vecinos no duermen con los quejidos que suelta el mortificado y flagelado hombre.
Victorcito duerme en el suelo y los animalitos le provocan fiebre constante, siendo los vecinos lo que le suministran medicamentos y tizana para calmar su penuria.
El anciano se pasa el día tumbundose gusanos y durante la noche no duerme él ni deja dormir a los vecinos con los quejidos y fuertes dolores que le provocan el caminar y comer carne de los parásito.
Los vecinos, que prefieren no ser identificados, explican que Victorcito tiene varios hijos en posiciones económicas aceptable, pero que lo han dejado al abandono
El anciano vive por los bocados que le suministran los vecinos, que piden a las autoridades de Salud Pública ir al rescate de este hombre ante que se lo coman los gusanos.
Se desconoce si el hombre es diabético o si sufre de otras enfermedades que no le permiten cicatrizar la llaga en sus piernas.
Los alargados animalitos no paran de comer y Victorcito no para de matar los parasitos que se multiplican en sus piernas como la verdolagas en un cafetal.
NO QUIERE MÉDICO
La vida de Victorcito ha sido tortuosa en estos últimos años, cuentan vecinos, debido a que su situación se ha agravado porque el se resiste ir al médico para ser atendido y desprenderle los gusanos depredadores de carne que casi trozan sus piernas.
“A mí no me gustan los médicos, prefiero estar en mi casa”, dijo el sufrido hombre, que al parecer sufrió una gran decepción en su vida que lo ha llevado a refugiarse en su casita en El Valle.
Para los vecinos, Victorcito no presenta signos de ser un enajenado mental, porque es muy conversador y siempre vivió de la agricultura y vender botellas.
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