EL SEIBO.- Unas siete mil familias que viven en los bateyes del Consejo Estatal del Azúcar y los emporios
azucareros privados en las provincias que integran la región Este, se desgarran
en medio de la miseria y el hambre, la falta de agua potable, viviendas
adecuadas y la carencia de empleos.
El hacinamiento, la falta de agua
y el desempleo es el común denominador en unas 116 comunidades bateyeras que
existen en San Pedro de Macorís, Hato Mayor, El Seibo, La Romana e Higüey.
El abastecimiento de agua es un
mal endémico en las zonas cañeras de El Seibo, Hato Mayor y San Pedro de
Macorís y el hacinamiento es caldo de cultivo a múltiples enfermedades, que ya
han cobrado la vida a muchos de sus habitantes.
Los bateyes de Hato Mayor,
poblado en más de un 80 por cientos por
ciudadanos de origen haitianos, carecen de agua, energía eléctrica,
viviendas dignas, policlínicas y caminos en buenas condiciones.
La esperanza de vida supera por
poco los 60 años y la mortalidad infantil se sitúa entre las más elevadas del
mundo.
Cada día, decenas deciden
abandonar su propio hábitat y seres queridos para alcanzar la cercana República
Dominicana, con la ilusión de encontrar más allá de la frontera mejores
condiciones de vida.
Es así que muchos se
establecieron en la parte oriental de la Isla e iniciar a especie de un
calvario, para no dejarse morir en aquella tierra agreste y pedregosa, con
delebles caminos de montañas.
LOS BARRACONES
Símbolo por excelencia de esta
cruda realidad son los bateyes, pequeños aglomerados de barracas dispersos
entre las inmensas plantaciones de caña de azúcar.
Los barracones creados durante centurias
de años para acomodar a los trabajadores durante la zafra, con el tiempo se han
vuelto en verdaderas comunidades invisibles, bastiones de pobreza y
marginación.
Los barracones en los bateyes
tienen similitud a campos de concentración y constituyen todavía guetos
sociales y económicos reservados a la población de origen haitiana.
Son almacenes donde se consume la
tragedia humana de muchos trabajadores forzados a sobrevivir día tras día en
condiciones al borde del sufrimiento, tolerancia y de la dignidad humana.
En los barracones se vive una
verdadera vida de prisionero del azúcar, victimas impotentes de un sistema de
trabajo basado en el engaño y el robo.
Muchos emigrantes haitianos, que
tiene hasta 90 años en los bateyes llegaron movido por las promesas vendidas a
los trabajadores de que eran realmente tentadoras: buenos salarios, fiestas
pagadas, premios de producción, seguro social, liquidación y casas amuebladas
La ilusión de una fácil ganancia
los arropó y se tragaron el cuento, viendo la realidad muy diferente al cabo de
poco tiempo.
Los días en los bateyes empiezan
a las 4 de la mañana, cuando los braceros despiertan sin haber amanecido y
terminan cuando se oculta al astro luz y no hay nada que hacer no sea mal
bañarse y jugar una y que otra mano de dominó.
En muchos bateyes de Hato Mayor y
San Pedro de Macoris no se desayuna y solo se almuerza hasta que llegue la luz
solar, alumbrando un nuevo día de faena y sacrificio.
Muchas mañanitas solo sirven para
afilar los machetes, para correr en filas, como si fuera un ejército a invadir
los campos de caña.
Picar o cortar la caña, es un
trabajo duro, cansado y peligroso y se hace protección, sin guantes en las
manos, lo que forza a que la piel negra del brasero se torne negra y ceniza.
Cuando abren las manos, los
braceros muestran sus heridas de batalla, librada con el palo dulce, que
finalmente beneficiará al dueño del emporio azucarero.
Como si fueran esclavos de
guerra, trabajan sin interrupción hasta 10 y 12 horas por día, a menudo hasta
los domingos, sin contrato escrito ni salario fijo.
Cobran quincenal al destajo, según las
toneladas acumuladas, pero finalmente le pagan lo que el patrón o el capataz
quieren.
Los salarios son infames, las condiciones
de trabajo inhumanas, sin seguros médicos, pero plagados de enfermedades.
Cantidad
Se presume como hipótesis que en
Republica Dominicana haya entre 500 mil
y el millón de haitianos, cifras que se quedan en las especulaciones,
porque la mayoría carece de documentos.
La vida lo envuelve zafra tras
zafra, año tras año, quedando atrás las esperanzas de volver a encontrarse con
sus seres queridos en Haití.
Cifras
Los bateyes y comunidades más pobladas por emigrantes de origen haitianos en el Este son: Haití Mejía, Paraíso Dos, Vasca, Montecristi, Mata de Palma, Haití Mejía, Jalonga, La Higuera, Batey Lechuza, Gautier, Quisqueya, San José de los Llanos, Las Pajas, Cambalache, Pringamosa, Altagracia, Isabel, Construcción.
También Consuelito, Alejandro Bass, Monte Coca, Bejucal, Maguá, Batey UCE, El Botecito, El Soco, Guaza, Doña Ana, Anita, La Plaza, Casa Colorá,
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