martes, 10 de febrero de 2015

VINICIO SANTANA: 36 años siendo el “Yunyunero” más famoso de Hato Mayor

Vinicio es una estampa cristalizada que todo el mundo conoce en Hato Mayor

MANUEL ANTONIO VEGA

HATO MAYOR.-“Rápame Vinicio que tengo calor”.
Esta parece ser una expresión obscena en una escena de amor. Pero no, son voces de mujeres y hombres, de niños y ancianos, que abordan a  Vinicio Santana, para pedir un yun-yun o frio-frio.
Este carismático hombre, rodeado de una habilidad asombrosa al guayar y lanzar el hielo por el aire, para que caiga en el vaso, sigue siendo el yunyunero  más famoso de Hato Mayor.
Su esfuerzo y dedicación lo han hecho merecedor del título “El mejor Yunyunero de Hato Mayor”.
Siendo apenas un niño abandonó junto a su madre, Canuta Santana, la comunidad de El Coco,  a siete kilómetros al sur de Hato Mayor, en busca de una mejor vida.
Contando apenas 13 años de edad, se dio cuenta que no sabía hacer ningún tipo de oficio o trabajo y se dedicó a hacerle mandado a doña Julia Morales, madre de la ex gobernadora, Bahirma Morales, a cinco pesos por tarea.

Más tarde se dedicó a vender maíz sancochado, con cuyo dinero surtió una paletera, que instaló en el parque central, “Mercedes de la Rocha”.
Llegó a limpiar zapatos, vender  maní tostado, refresco y ayudante de albañilería.
A Vinicio no le importó que la albañilería fuera un trabajo fuerte, para un jovencito, pues aprendió en la calle que había que independizarse para progresar y llevar una vida más digna.
Es casado con Lidia Rosario,  con quien procreó sus hijos:  Noemí Yokasta, Yamel Annoris y Lilian Génesis Santana Rosario.
EL YUNYUNERO
Fue en septiembre de 1979 que se inició como yunyunero en el liceo secundario “César Nicolás Penson”.
Cuando inició los vasos eran en forma de cono y un “rapao”, como también la gente llama al jugo de cirót con hielo guayado, costaba cinco centavos.
Su forma de ser, jovial, y bonachón, así como la higiene y la calidad del ciró, le valieron para acreditarse como el “El mejor yunyuro de Hato Mayor”.
Desde el 1979 se le ve frente al liceo César Nicolás Penson, mañana y tarde y a veces en cualquier calles de la ciudad, pregonando su venta.
Más de medio pueblo, entre estudiantes, profesionales, ricos y pobres han saboreado el yunyun de Vinicio.
Recuerda que la primera carretilla la compró al electricista Luis Cachón, la que heredó al morir su padre Milito, que fue vendedor de frio-frio por muchos tiempo, aquí.
Vinicio no está rico, pero el esfuerzo cotidiano y el respaldo de su pueblo, le reportan RD$ 1000.00 y RD$1500.00 diario, con lo cual da el sustento a su familia.
“Así es subido a mis hijos, rapando hielo y echando ciró, sin pedirle un centavo a nadie, pero sí con el respaldo de mi pueblo, al que nunca defraudaré. Hato Mayor es un pueblo generoso, digno de mejor suerte”, dijo.
Es una persona laboriosa, seria, atenta y colaborador. Lo de colaborador lo escribo, porque he visto a Vinicio deprenderse de su dinero para pagarle pasaje a estudiantes que van a la universidad y de la zona rural.
A veces regala más frio que lo que  vende, porque reparte hasta lo que no tienen dinero para comprar.
LOS TURNOS
Cuando el día está para Vinicio y la suerte apremia,  la gente tiene que hacer filas para saborear el yun-yun.
 “Dame el mío de: tamarindo, menta, anís o rojo”, se escuchan las voces de compradores, que buscan ser primero en tomar frio-frio.

Esa es la forma de ser de esta estampa hatomayorense, que con su jovialidad y su extraordinaria forma de ser se ha ganado un pueblo tan heterogéneo como Hato Mayor.

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