Reportaje Especial
Tenido como el “apaga fuego”, Sansón murió la madrugada del jueves de un infarto en el Centro Médico UCE, en San Pedro de Macorís, donde fue llevado con fuertes dolores en el pecho.
Su fama de policía audaz y valiente la adquirió cuando inició el combate en los barrios de San Pedro de Macorís contra bandas organizadas de sicarios y narcotraficantes, llegando a silenciar a varios.
Su accionar, luego era requerido pueblo por pueblo, llegando a enfrentarse a tiros con delincuentes en Sabana de la Mar, Hato Mayor, La Romana e Higüey.
Era opulento y sus pisadas “ponían a huir a los delincuentes y hasta abandonar las ciudades”.
Se recuerda que en la década de 1990 llegó a Hato Mayor y enfrentó a tiros limpios a bandas de macheteros, que intranquilizaban los sectores Punta de Garza, Gualey, Ondina, Las Malvinas, Villa Ortega y Las Chinas.
Iguales combates libró en San Pedro de Macorís, La Romana e Higüey, donde era respetado hasta por los propios agentes policiales.
En Sabana de la Mar, libró combates que asombraron a la población, al incursionar en barrios como La Aviación, Caterey, La Javilla, Pajarito, donde operaba el microtráfico abiertamente y se habían matado a varias personas para ser atracada.
A estos sectores no podía entrar nadie hasta que no llegó Sansón, quien implantó el orden y logró apresar a por los menos 22 delincuentes, que hoy guardan prisión en la cárcel pública General Pedro Santana de El Seibo.
El hombre tenía una estatura de seis pies y nueve pulgadas y un peso de 320 libras, volumen que ponía en pánico a los delincuentes.
“Ahí viene Sansón, vámonos de aquí”, se escuchaba con frecuencia decir a quienes vivían en conflicto con la ley en ciudades del Este, donde estaba de puesto el fornido hombre.
A veces se le veía caminar a pies por los barrios para conocer los refugios de los macheteros y ladrones, a quienes se dice, llegó a torturar para obtener confecciones.
Siempre trabajó en el Departamento de Investigaciones Criminales y al momento de su repentina muerte, se desempeñaba como jefe del pueblo turístico de Bayahibe.
LA PENSIÓN
En el ocaso de su vida, abogó por retirarse con una pensión de la policía, llegando a decir “He dado muchos a la Policía Nacional y no han reconocido mi labor contra la delincuencia”.
Su queja se cimentaba, en que quería que lo ascendieran a coronel para irse con mejor sueldo para su casa.
La Policía Nacional no reconoció su labor, pero las poblaciones donde desempeñó su trabajo policial, lo valoran tras su muerte, como uno de los mejores agentes policiales que tenía la región Este, por su lucha sin par contra la delincuencia y el crimen organizado.
ÚLTIMAS PALABRAS
Un audio que cuelga en la pagina digital www.macorisdelmar.com de Francis Anibal, revela que iba para un culto, porque ya había sido dado de alta en el hospital y “porque me salí de debajo de una patana”.
Al parecer hablaba con un compañero de uniforme vía telefónica, pero donde se aferró a Dios.
González Saldaña residía en el barrio Las Flores de esta ciudad y era bastante conocido en las filas de la Policía Nacional en esta ciudad.
A la hora de su fallecimiento se desempeñaba como Comandante en Bayahibe.
Había ocupado varios cargos en la policía, laborando en los Departamentos de Robos y Homicidios.
El fallecido era hijo del señor Aquilino González y estaba casado con la señora Sandra de González.
Era el padre de Arisneidy, Yuleiny y Alexandra, además de Loisely, Vianca y Alberis.
Sus hermanos eran Altagracia, Nidia, Lenny y Ventura González.
Fue el pasado jueves en la Necrópolis San Pedro de la avenida Hugo Chávez o Carretera Santa Fe.
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