Ahogada en sollozos, Pilar viuda Rodríguez, recuerda que su esposo le respondió: “Sí, yo creo en los milagros Y ella le dijo que él ganaría la obra. Al día siguiente, la llamó a las dos de la tarde para decirle que, efectivamente, había ganado el concurso. “Vieja, como tú me dijiste, gané”, recuerda Pilar que le dijo David, un hombre definido por su familia, vecinos y allegados como ejemplar, cariñoso y muy humilde.
Pilar no para de llorar cuando expresa lo lejos que tenía que aquella obra, que parecía una bendición, le traería la muerte a su pareja y la orfandad a sus tres hijos.
La familia, recuerda numerosas situaciones que el arquitecto debió enfrentar luego de que asumiera la obra. Afirman que la mayoría de los empleados que trabajaron en la construcción no fueron contratados por él, si no por los supervisores. Estos recibían el dinero, pagaban y cuadraban de acuerdo a su criterio.
A pesar de que él esperaba la paga de unas siete cubicaciones de la obra, y que concluyó su trabajo el pasado mes de febrero, no llegó a recibir el dinero ni de tres. El monto global era 21.3 millones de peso, pero él recibía migajas. Tanto así, que su esposa afirma que quería comprar un solar en Tierra Linda, un sector populoso de La Romana, donde no le costaría ni 200 mil pesos, y Rodríguez le respondía que no creía que le fuera a alcanzar ni para comprar eso.
Nada en la casa donde vive la familia denota bonanza. Los electrodomésticos y los muebles son los mismos que antes de aquel 30 de enero en que ganar el concurso era algo similar a un milagro para los esposos.
El día de la tragedia, cuando Rodríguez se quitó la vida, su viuda afirma que recibió una llamada de los supervisores, pese a que lo usual era que él los llamara a ellos y no le tomaran el teléfono. Dice que, aunque tenía una camioneta usada, Rodríguez decidió venir a la capital en un autobús público y solo. Antes de salir, ayudó a su hijo de 13 años a hacer las tareas escolares. Esa fue la última vez que su familia lo vio con vida.
Cuestionan suicidio
La hermana de Rodríguez, Noemí, cuestiona la teoría de que su hermano se haya suicidado. Dice que él no era zurdo y que el disparo aparece en el lado izquierdo de la cien. Además, afirma que su hermano tenía un golpe en la boca como de que había sido golpeado antes de morir.
También, que tenía dos celulares, uno de los cuales utilizaba para llamar a los supervisores. Este último no apareció, solo le fue entregado a la familia uno de los dos aparatos. Asimismo, afirman que el arquitecto llevaba una carpeta llena de documentos pero que la Policía se la entregó vacía.
Noemí dice que, en principio, le habían dicho que él se disparó en la boca, pero luego se estableció que no. Dijo que el cadáver apareció sentado, que no cayó de bruces, por la tanto, no se explica el golpe en la boca.
Un profesor de Rodríguez, que acudió a la casa para solidarizarse con la familia, dijo que su ex alumno era cuidadoso en el diseño y perfeccionista.
Otra tragedia
Con la repentina muerte del arquitecto David Rodríguez, el drama de su familia apenas comienza. No ha transcurrido ni una semana de la tragedia, y ya los tres hijos que dejó en la orfandad y la viuda, sienten la dureza de su realidad.
Rodríguez era quien suplía todo en su humilde hogar, pero cumplía siempre. Años antes, su esposa Pilar vendía cosas y hacía chiripas, pero una operación en sus dos ojos, incluyendo un desprendimiento de retina, la han dejado incapacitada.
El mayor de los hijos del matrimonio, Smeell, quien recién se graduó de bachiller en el colegio Heriberto Payano, que forma parte del programa de la tanda extendida, tiene un futuro incierto. “Quisiera estudiar ingeniería en Sistema, pero imagínate…y ahora se me pone más difícil”, refiere.
Con poco entusiasmo, refiere que por ahora su interés es que se aclare la muerte de su padre, a quien vio ayudar en la tarea de su hermano el pasado viernes, antes de partir a la OISOE, en un viaje sin retorno.
Una amarga realidad que debe enfrentar esta familia, que antes del 31 de febrero del 2013 era humilde y sigue siéndolo, pero ya sin el timón de la casa, a quien amigos, vecinos y familiares tenían como un ejemplo. “Era cariñoso y nos ayudaba a realizar la tarea”, relata Luis, el hijo del medio.
La familia, se reunirá para una asesoría legal, ellos no han hablado de ningún interés económico. Sin embargo, el depósito de los 6 millones que hizo la OISOE, poco antes de su muerte, deben tener algún fin.
Por ahora, la preocupación es que Luis David, de 13 años, que cursa el 7mo. grado en la escuela Un Paso a la Libertad, del sector Piedra Linda, pueda continuar yendo sin problemas a la escuela, con útiles y uniformes que era lo que su padre le aportaba.
Precisamente a esa escuela, el arquitecto le preparaba unos planos para ampliarla. El más pequeño de la familia, Moisés David, de 9 años, cursa el sexto grado en la escuela de Piedra Linda. Esta semana no asistió a clases. La familia teme que se pueda dificultar su situación económica de forma tal que impida su adecuada alimentación y educación.
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