MANUEL ANTONIO VEGA
HATO
MAYOR.- El paro de actividades en el transporte, el comercio y escuelas se
cumple en más de un 90% en Miches, Hato Mayor, Sabana de la Mar, El Seibo, El
Valle y Consuelo-
La
jornada de protesta, organizada por los gremios choferiles, grupos comunitarios
y el comercio, es en demanda de acueductos, carreteras, calles, la ciudad
universitaria y la terminación de obras iniciadas y abandonadas por el
gobierno.
En
Hato Mayor, cientos de manifestantes y representantes de los gremios se han
concentrado en la entrada de la ciudad,
portando pancartas
Al paro también se
sumaron los comerciantes y maestros de escuelas públicas, que ven como muchas
obras prometidas e iniciadas no concluyen por falta de recursos.
Wendy Mercedes,
presidente del Sindicato de Transporte Hato Mayor (SITRAHAM), recordó que el paro
es pacifico y que es respaldado por más de 50 organizaciones, entre ellas
juntas de vecinos, federaciones campesinas, clubes de madres, así como los
gremios del transporte en Sabana de la Mar, Miches, El Seibo, El Valle, Hato
Mayor del Rey y San Pedro de Macoris.
Entre las demandas que
enarbolan las agrupaciones del transporte y comunitarias, están las carreteras
que enlazan a esta ciudad con los municipios Sabana de la Mar, Hato Mayor,
Vicentillo, San Pedro de Macoris, Hato Mayor, Yerba Buena, El Puerto-Bayaguana.
Además los
transportistas reclamarán el asfaltado de las calles de Hato Mayor, acueducto
en Miches, la ciudad universitaria, entre otras demandas prometidas e
incumplidas por el presidente Danilo Medina.
Asimismo denunció que
la carretera que enlaza a Hato Mayor con San Pedro de Macorís está convertida
en un solo guayo, por donde hay que caminar zigzagueando.
Wendy Mercedes,
explicó que será una huelga por 48 horas de manera pacífica, advirtiendo que
vendrán otras jornadas donde se sumarán otras organizaciones de la sociedad
civil, que ven como el gobierno de Danilo casi concluye y no se han sido
viabilizadas.
Hato Mayor viene
sufriendo escasez de agua, pese a que el gobierno de Leonel Fernández construyó
una nueva estructura, que nunca ha funcionado, obligando a los habitantes de
Hato Mayor a comprar el preciado liquido a camiones cisternas.
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