MANUEL
ANTONIO VEGA
EL VALLE, Hato Mayor.- Salpicadas sus aguas con pepitas de ámbar y en medio de un espacioso cañón de rocas, a unos 17 kilómetros al sur del agrícola y minero municipio de El Valle, está la elevada catarata “Fun-Fun”, un tesoro que humea en medio de dos potreros, en un pequeño bosque nativo, en la zona de amortiguamiento de Los Haitises.
Para
topetarse con la cascada hay que cruzar la elevada comunidad de El Cuatro, en
la sección Yanigua, de donde se va descendiendo por el camino que va a Arroyón,
para luego bajar hacia el Este. Solo hay que caminar unos dos kilómetros para
ver el atractivo.
Tiene
una altura de más de 40 metros de altura, con grueso de caída de agua de unos
10 metros, que en tiempo de lluvia va aumentando.
Está
rodeada de un bosque nativo, entre canales y encantos, dirigido a eco-turistas
y aventureros.
Se
asienta sobre el río Yanigua y sus aguas provienen de la accidentada geografía,
de la cima de los macizos montañosos del parque nacional Los Haitises, que
sueltan chorros subterráneos, que se van entrelazando para dar paso al brote de
agua.
En su
trayecto subterráneo, la naturaleza les corta el camino bruscamente, formando
uno de los espectáculos más hermoso y fascinante de la región Este.
Sus
aguas al caer se dispersan y forman una especie de cortina blanca, casi
transparente, pero que sueltan esquirlas de agua que convierten todo el espacio
en deliciosa brisa, que hacen descender la temperatura.
El
torrente de agua es intenso y permanente, el cual forma una espaciosa poza,
seguida de chorreras con pequeñas charcas, donde los mortales pueden darse chapuzones.
Hay que
destacar que en la caída del preciado líquido se forman burbujas al chocar con
las rocas, que en el camino interrumpen y arremolinan el agua.
En el
ala sur, la catarata está rodeada por pronunciados y añosos árboles, mientras
que en su ala norte, lo aborda un potrero.
Bajar a
la charca es una odisea, para hacerlo es necesario descender con soga o tratar
de acceder al cauce, que para lograrlo hay necesariamente que caminar varios
kilómetros entre bosques y pastizales.
Para
descender a la posa o charca hay que hacer un ejercicio de alpinismo o
escalamiento. Es sumamente difícil, pero el goce está en bajar, para disfrutar.
Es una hondonada
de la cordillera oriental, cubiertas por añosos árboles de roble, ceiba,
Cabirma, Pino Teta, Anon y palma real.
Es cascada de todo tiempo, porque mantiene su
caudal por ser de difícil acceso y porque su entorno no ha sido alterado por la
mano del hombre.
Dejarse
guiar
Para
visitar la catarata le aconsejamos ir en la mañana y acompañado de un guía,
para poder descender.
No
olvide llevar repelente y alimentación, agua, cámara e ir en grupo de persona.
Si eres asmático no visite la catarata, es una zona sumamente húmeda.
Fauna y
flora
Las
rocas, más que los árboles protegen a este recursos hídricos de la presencia
humana y la propia naturaleza.
En los
árboles adyacentes de caoba, algarrobos, palma real, guama, guásuma, jobo y
otros se pueden ver trinar rolones, cuervos, mauras, pájaros bobos, cigua
palmera, pertigueres, ruiseñor y en la parte arcillosa del cauce donde nace la
cascada, se aprecia el barrancolíes. Es una zona donde abunda el guaraguao y cernícalo.
En las
charcas y en el cauce del afluente hay guabina, dajao, camarón y jaiba.
HISTORIA
Cuenta
la leyenda, que el nombre de la catarata le viene por el sonido “Fun-Fun”, que
provoca la caída del agua, que un día el señor Papón Pimentel, un hacendado de
la zona, al escuchar mientras arreaba el ganado, trató de curiosear.
Escuchó
el ruido de algo cayendo abruptamente sobre rocas y quiso saber de qué se
trataba “para que nadie me cuente después”.
Al
aproximarse, visualizó que se trataba de la catarata de agua de agua que se
deslizaba por una furnia o despeñadero en medio de un cañón de rocas, que
comenzó a llamar Fun-Fun, por el sonoro sonido que provocaba la caída
estrepitosa de agua.
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