PATRICIA BLANCO
ELPAÍS.COM
María Magdalena fue “una mujer adinerada, influyente y
clave” en la vida de Jesucristo. Esta es una de las conclusiones de la
investigadora Jennifer Ristine en María Magdalena: percepciones desde
la antigua Magdala, un libro presentado el pasado 22 de julio que trata de
desvelar los misterios de la mujer a la que la Iglesia católica tachó durante
siglos de adúltera y prostituta. La integración de las referencias bíblicas e
históricas con los recientes descubrimientos arqueológicos hechos en la ciudad
de Magdala (actual Migdal, Israel), donde se cree que nació, han permitido a
Ristine reconstruir parte de su perfil.
“Durante los tiempos de María Magdalena, Magdala ya
era un pueblo próspero en la industria del pescado”, asegura
Ristine, directora del Instituto de la Magdalena, en una entrevista por correo
electrónico. Las primeras excavaciones se realizaron en los años setenta. Pero
fue en 2009 cuando los Legionarios de Cristo compraron un terreno en la zona y
“descubrieron la parte norte del pueblo de Magdala”. “Se encontraron una
sinagoga del siglo I, una representación del templo de Jerusalén en piedra [la
piedra de Magdala], baños de purificación ritual, casas domésticas y un
puerto”, explica Ristine.
Pero, ¿era o no una prostituta? Ristine considera que
ha habido “muchas malinterpretaciones en la vida de María Magdalena”. Los
hallazgos arqueológicos de la ciudad bíblica de Magdala, ahora un yacimiento
arqueológico con más de 2.000 años de antigüedad, sugieren que se trataba de un
enclave rico. Y al integrar en este contexto las referencias bíblicas se puede
deducir que María Magdalena era “una mujer adinerada de un pueblo
económicamente bien posicionado” y no necesariamente una prostituta, añade la
autora. Esta idea se reafirma, por ejemplo, en los versos de Lucas VIII:1-3:
“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y
anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él y algunas mujeres
que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, llamada
Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Chuza,
mayordomo de Herodes; Susana y algunas otras, las cuales le servían con sus
bienes”.
La Iglesia Católica ha reconocido la santidad de la
Magdalena y la ha proclamado santa. En 2016 el papa Francisco la nombró apostola
apostolurum, “la apóstol de los apóstoles” —no en vano, según la
Biblia, fue la primera en ver a Jesús resucitado— y desde entonces su fiesta
litúrgica se celebra el 22 de julio. Y, sin embargo, fue el papa Gregorio
Magno, en el año 591, uno de los inductores del calificativo de “prostituta”
cuando en su homilía 33 afirmó: “Aquella a quien el evangelista Lucas llama la
mujer pecadora es la María de la cual son expulsados los siete demonios, y qué
significan esos siete demonios, si no todos los vicios”. Con esta aseveración,
el sumo pontífice hizo una fusión de las tres marías: María la pecadora, “que
unge los pies del Señor”; María la de Magdala, liberada por Jesús de siete
demonios y entre las mujeres que le asisten; y María de Betania, hermana de
Marta y Lázaro. “La Iglesia de Oriente cree que son tres mujeres diferentes,
mientras que la Iglesia de Occidente cree firmemente en identificarlas como la
misma mujer, María Magdalena”, explica Jennifer Ristine.
Pero no
fue Gregorio Magno el único responsable. Según la investigadora, algunos
autores la han asociado con una mujer mencionada en el segundo siglo en el
Talmud y llamada “Miriam Megaddlela”, que significa María con el cabello
trenzado. “En la comunidad judía ese título se adjudicaba a una mujer de mala
reputación, una adúltera o una prostituta”, añade.
Más allá de si fue o no una meretriz, un estigma del
que han intentado liberarla los movimientos feministas, “María Magdalena fue
una mujer influyente tanto en lo económico como en lo social; en lo económico
porque era una mujer acomodada, y en lo social porque a pesar de crecer y vivir
en una sociedad religiosa estricta, decide romper esquemas y seguir a Jesús”,
considera Ristine, que cree que la de Magdala es, ante todo “un modelo de
liderazgo para las mujeres”.
Y todavía queda mucho por descubrir sobre ella. Solo
se ha excavado el 15% de la antigua Magdala, de manera que según Jennifer
Ristine, futuros hallazgos arqueológicos pueden ayudar a revelar más detalles
sobre el pasado religioso de la ciudad natal de María Magdalena y desvelar
hechos y verdades de uno de los personajes más misteriosos de los Evangelios.
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