En la mitología
griega existió un personaje que se creía estar “arropado” de conocimientos, con
lo cual buscaba avasallar y controlar, para hacer daño. Se creía estar
revestido de todo conocimiento.
No aceptaba las
ideas de otros, era un verdadero ciego lleno de incapacidad para reconocer las
virtudes de los demás.
Era aquel tipo de
personaje que arropado de envidia y felonía se resistía a ser superado
profesional o personalmente por otros.
Llegaba a tomar
malas decisiones, para evitar el avance de otros que lo superaban en demasía y
que estaban lleno de buenos deseos y espíritu de superación.
Vivía aterrado por
el miedo a ser superado, por gente que nacieron para servir a los demás; para
ayudar en el desarrollo y la emancipación de las buenas ideas.
Ese personaje se
llamaba “Procusto”, que como un síndrome arropó la antigüedad y que ahora
aparece en cualquier contexto de la vida organizada en la tierra.
Ya lo puede
percibir en las asociaciones, clubes, instituciones sindicales, partidos
políticos y hasta en las iglesias, convirtiéndose en nefasto para el desarrollo
del grupo.
Es el tipo que no
tiene miramientos para amputar la cabeza
o los pies de aquel que sobresale y que trabaja por el desarrollo y crecimiento
de la sociedad.
En la mitología
griega, Procusto era un mesonero que tenía su negocio en las colinas de Ática,
donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una
cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las
cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que
la cama, procedía a serrar las
partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si,
por el contrario, era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba a martillazos
hasta estirarlo. Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de
la cama porque Procusto poseía dos, una exageradamente larga y otra
exageradamente corta, o bien una de longitud ajustable.
Los Procustos de
Hato Mayor, que es de quienes quiero hablarle y deseo se interesen en conocer,
pues actúan de otra manera, pero con pravedad, con grado exceso de maldad.
La maldad del
desalmado hombre alcanzó protagonismo
hasta que apareció Teseo, que invirtió los papeles, restando a Procusto a
comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando
Procusto se fue a la cama, Teseo lo amordazó y ató a los barrotes de la cama y
lo torturó para “ajustarlo” como él hacía a los caminantes o viajeros.
Los Procustos del
patio no te cortan los pies, ni la cabeza, pero te fusilan con las palabras, al
acusar de ladrones a quien está en los cargos o se aventura por una posición
pública.
Buscan cortar con
el hacha de las palabras, su caminar y su pensar. Procuran inhabilitarlo sin
llegar al puesto. Al que está buscan sacarlo con frases hirientes. Para los
procustos todos el mundo es ladrón, sinvergüenza, corrupto y delincuente.
Los procustos están
por todas partes, como en la familia, sociedad, las empresas o la política.
Solo los tolerantes
se pueden enfrentar a este síndrome que crece como las verdolagas en cafetal.
“Así, cuando
alguien quiere que todo se ajuste a lo que dice o piensa, lo que quiere es que
todos se acuesten en el lecho de Procusto”.
El síndrome de procusto
es tan devastador, que aquellos que cogen tus sueños y los adaptan a sus
limitaciones mentales para decirte que no se puede, que eres un iluso y que
nunca alcanzarás lo que te propones.
Te roban tus sueños
y tus energías…
Sé que tú que me
lee conoce aunque sea a solo Procusto, a ese bloqueador del desarrollo de la
ciudad, la iglesia, la familia y la sociedad en su conjunto.
“Para reconocer
mejor la figura del Procusto a tu alrededor deberás tener en cuenta que los habrá que ejerzan su
visión de forma consciente, pero también quienes nisiquieras saben lo que están haciendo.
Les afecta emocionalmente cuando otra persona
tiene razón y ellos no. Solo creen en ellos y su verdad la presumen absoluta y
venden como verdadera.
Es el tipo de
personaje que solo habla y no tolera escuchar y tiene terror a tratar personas
que han tenido éxitos.
El sabio fácilmente
lo identifica, pues el tipo de gente que siempre limita la capacidad y
creatividad del otro en hacer cosas por el bien de la sociedad.
Tiene capacidad
para asociarse a otros para acabar con el que está arriba, que ha crecido y
desarrollado, o que simplemente se haya destacado más que él.
Conoce este tipo de
personaje en tu barrio o ciudad; oficina o empresa; iglesia o partido político.
Cuidado porque son malicioso y su tarea es usar la felonía y la alta traición.
Nítido. Conozco a muchos, la tierra fértil en que se cultivan yreproducen éstos prototipos de provisto es la mediocridad
ResponderEliminarVega tienes toda la razón del mundo hermano, Hato Mayor es una ciudad plagada de envidiosos, de gente que no acepta el triunfo ajeno, que no concibe que alguien tenga mucho más capacidad que ellos, pero no importa, los astros verdaderos brillan con luz propia, no como la de esos Productos, que como verdaderos parásitos se pretenden robar las luces que irradian los demás.
ResponderEliminarMe gusto esa historia de procusto bendiciones mi tío
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