En esta imagen aparece Sergio Ortega (Cartucho), un cazador de serpiente ya fallecido, nativo de Hato Mayor |
MANUEL ANTONIO VEGA
HATO MAYOR.-Rodeadas de prejuicios, calumnias y fabulaciones, pero una biocontroladora por excelencia, las culebras dominicanas están a punto de desaparecer, por la captura casi masiva que se hace debajo de plantaciones, rocas, bosques húmedos, ciénagas y pastizales en todo el territorio nacional, mientras que en el Este las capturan para comer.
Desacreditada por el hombre y temida por las mujeres, desde su existencia, las serpientes dominicanas son únicas en el mundo y no son venenosas.
Las serpientes son atacadas por cazadores de venados, guineas y otras especies en los gruesos bosques del Parque Nacional Los Haitises, así como en plantaciones de cacao, para comer su carne y extraer aceite que se vende caro en boticas porque supuestamente cura del apretamiento de pecho o el ahogo.
Serpientes como "Alsophis anamalus", que tienen una longitud de casi dos metros, así como las estiradas verdes, están en grave peligro de extinción, por ser la más avistadas por los cazadores en el bosque. La Alsophis es una culebra autóctona de la República Dominicana, no existe, según censos sobre las faunas en otros lugares del mundo.
Esta especie solo ha sido avistada en la isla Beata y las proximidades de la Bahía de San Lorenzo en Sabana de la Mar.
Creencia popular
Se presume que la creencia popular de que las culebras infligen miedo y que pueden envenenar, es lo que está llevando al hombre a matarla, para saborear su carne.
Estos reptiles, inofensivos, son victimas de las hipótesis humana de que son animales del "diablo", lo que lo lleva a matarla, sin imaginar, el daño que hace al ecosistema y la vida silvestre del bosque.
"En la singular distribución de "animales de Dios y animales del diablo a las culebras le tocó ser del último grupo".
En muchos países como Inglaterra, el animal más odiado y que infunde más temor, es la culebra, a pesar de que allí fueron exterminadas.
La culpa de asociarla con el atrevimiento sexual de Adam y Eva, le ha salido mal a las serpientes que han tenido que pagar una culpa que nunca le perteneció, pero que lamentablemente son asociadas al mundo mitológico.
Especies
En la República Dominicana, hay dos familias culebras o serpientes inofensivas, son ellas "Los Boidos y "Los Colibridos".
En la familia de Los Boidos se encuentran Las Boas, que es una especie calmada o serena y es ovípara, llevando las hembras los huevos en su interior.
Los Colibridos, son una familia más veloz y pequeña, siendo endémicas de la Isla Hispaniola.
También son endémicas y se avistan en bosques de la región Este, el Sur y Cibao especies de las Hysirhychus, Laltris y Uromacer.
Sabaneras y Verdes
Veloz como un zepelín, la culebra sabanera o Antillopis-parvifrons es la más común y quizás la más atacada por los cazadores, no por el tamaño, sino porque su carne es más sabrosa. Apenas mide 50 centímetros de longitud, de color oscuro y rayas claras. Las culebras verdes del género Uromacer abundan en el bosque dominicano
La Boa
Varias Boa de la Hispaniola, serpiente grande de coloración roja han sido atrapada en el rio Chavón de La Romana y Maguá de Sabana de la Mar, siendo llevada al Parque Zoológico Nacional, pero otras no han corrido la misma suerte.
Las boas no representan peligro para los humanos y por lo regular cuando una de ellas se acerca a una vivienda es porque percibe la presencia de ratones.
Llegan a medir hasta cuatro metros de longitud y presentan variaciones en su coloración, que van desde tonalidades negra, marrón, gris hasta rojo. Se alimenta de pequeños vertebrados y viven en bosques, riberas de ríos. Se avistan además, donde hay plantaciones de arroz, lugares que visitan para atacar aves dañinas a la agricultura, así como roedores, sapos y otros pequeños vertebrados.
Capturas
En ciudades como Hato Mayor, El Seibo e Higüey es común ver aventureros con una o varias serpientes pregonando su venta.
Por temor y pánico a las inofensivas culebras, nativos de Villa González al Nordeste del país, están sacrificando las serpientes que logran alcanzar en las ciénagas de arroz, donde va el reptil en busca de roedores y aves que dañan el cultivo.
También son capturadas sin miramientos en Miches, Sabana de la Mar, El Valle y Hato Mayor, sin que se conozcan de iniciativas de Medio Ambiente, para evitar los progresivos ataques a los reptiles.
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