sábado, 7 de septiembre de 2019

Serafina Reyes: fue la más filántropa farmacéutica de Hato Mayor

El amor al prójimo la hicieron un ser extraordinario en la sociedad de Hato Mayor, que la admiró y respetó

MANUEL ANTONIO VEGA

Para Carlos Gardel “veinte años no es nada”, pero la doctora en farmacia, Serafina Reyes de Berroa, permaneció más de 50  años vendiendo medicina barata al pueblo, , oficio que le valió para ganarse a todo Hato Mayor, que la recuerda y venera como la más popular farmacéutica que tuvo la ciudad en el siglo XX y principio del XXI.
En vida definió al residente de esta ciudad como “generoso, bueno y servicial”.
Graduada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la doctora Serafina, recuerda inició como farmacéutica en la Farmacia Torres, el primero de diciembre del año 1952.
En Farmacia Torre laboró por espacio de 11 años y que el 31 de enero de 1964 con la ayuda económica de su esposo el general del Ejército Nacional, doctor Miguel Berroa, instaló en la calle Duarte No. 64, en un local alquilado su Farmacia: “San Judas Tadeo”.
Los precios justos de cómo vendía la medicina, la hicieron prosperar y para el 8 de septiembre de 1968 su farmacia comenzó a operar en un local propio que construyó en la calle  Duarte con Mella.
“Cuando comencé  a trabajar farmacia, las aspirinas eran a chele, la cápsula de bacalao se vendían seis por cinco centavos, la lata de leche costaba un peso con cuarenta centavos y por una Emulsión Scout solo se daba noventa cheles”, llegó a contar al periodista Manuel Antonio Vega, que publicó una página sobre su vida en el libro “Hato Mayor Historia y Biografías”.
“Eran tiempos buenos, recuerdo que cuando abrí la farmacia vendí cuarenta pesos, con eso cuarenta pesos, se surtía el negocio, los medicamentos eran baratos”.
Fue una persona que no tuvo  descanso: se levantarme hasta las 3:00  de la madrugada a despachar una receta.
Las cualidades profesionales y humanas que demostró la doctora Serafina Reyes, es lo que le ha permitido permanecer en la mente de los hatomayorenses.
Estar en la farmacia era como una obligación para Serafina, porque sentía  amor a su trabajo, al servir. El amor al servir es lo que le hizo granjearse respecto y admiración entre los residentes en Hato Mayor, que la trataron como una madre y hablan de su bondad y amor que sentía por lo que no tenían nada.
Y es que son muchas las personas que a diario  la recuerdan, porque iban a su farmacia y le confesaban que no tenían un chele encima y que sus hijos, esposa o familiar estaban  enfermo en el hospital y necesita un suero, a lo cual ella accedía, aunque nunca le pagaran.
En su unión matrimonial con Miguel Berroa, tuvo cuatro hijos que lo educó y los formó para que le sirvieran a la sociedad dominicana.
Son ellos: el ingeniero civil y exsenador por el Partido Reformista Social Cristiano, Miguel Andrés Berroa Reyes, José Andrés de Jesús (Josy), el doctor Juan Manuel Berroa Reyes (Tuti) y Neysito, este último fallecido trágicamente en un accidente de tránsito en 1987.
Fue una persona que se distinguió por su amor al prójimo de forma desinteresada, dedicándose a otros, procurando su progreso y bienestar..

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