El amor al prójimo la hicieron un ser extraordinario en la sociedad de Hato Mayor, que la admiró y respetó |
MANUEL ANTONIO VEGA
Para Carlos Gardel “veinte años
no es nada”, pero la doctora en farmacia, Serafina Reyes de Berroa, permaneció más de 50 años vendiendo medicina barata
al pueblo, , oficio que le valió para ganarse a todo Hato Mayor,
que la recuerda y venera como la más popular farmacéutica que tuvo la ciudad en
el siglo XX y principio del XXI.
En vida definió al residente de
esta ciudad como “generoso, bueno y servicial”.
Graduada en la Universidad
Autónoma de Santo Domingo (UASD), la doctora Serafina, recuerda inició como
farmacéutica en la Farmacia Torres, el primero de diciembre del año 1952.
En Farmacia Torre laboró por
espacio de 11 años y que el 31 de enero de 1964 con la ayuda económica de su
esposo el general del Ejército Nacional, doctor Miguel Berroa, instaló en la
calle Duarte No. 64, en un local alquilado su Farmacia: “San Judas Tadeo”.
Los precios justos de cómo vendía
la medicina, la hicieron prosperar y para el 8 de septiembre de 1968 su
farmacia comenzó a operar en un local propio que construyó en la calle Duarte con Mella.
“Cuando comencé a trabajar farmacia, las aspirinas eran a
chele, la cápsula de bacalao se vendían seis por cinco centavos, la lata de
leche costaba un peso con cuarenta centavos y por una Emulsión Scout solo se
daba noventa cheles”, llegó a contar al periodista Manuel Antonio Vega, que
publicó una página sobre su vida en el libro “Hato Mayor Historia y Biografías”.
“Eran tiempos buenos, recuerdo
que cuando abrí la farmacia vendí cuarenta pesos, con eso cuarenta pesos, se
surtía el negocio, los medicamentos eran baratos”.
Fue una persona que no tuvo descanso: se levantarme hasta las 3:00 de la madrugada a despachar una receta.
Las cualidades profesionales y
humanas que demostró la doctora Serafina Reyes, es lo que le ha permitido permanecer
en la mente de los hatomayorenses.
Estar en la farmacia era como una
obligación para Serafina, porque sentía amor a su trabajo, al servir. El amor al
servir es lo que le hizo granjearse respecto y admiración entre los residentes
en Hato Mayor, que la trataron como una madre y hablan de su bondad y amor que
sentía por lo que no tenían nada.
Y es que son muchas las personas
que a diario la recuerdan, porque iban a
su farmacia y le confesaban que no tenían un chele encima y que sus hijos,
esposa o familiar estaban enfermo en el
hospital y necesita un suero, a lo cual ella accedía, aunque nunca le pagaran.
En su unión matrimonial con
Miguel Berroa, tuvo cuatro hijos que lo educó y los formó para que le sirvieran
a la sociedad dominicana.
Son ellos: el ingeniero civil y exsenador por el Partido Reformista Social Cristiano, Miguel Andrés Berroa
Reyes, José Andrés de Jesús (Josy), el doctor Juan
Manuel Berroa Reyes (Tuti) y Neysito, este último fallecido trágicamente en un
accidente de tránsito en 1987.
Fue una persona que se distinguió por su amor al prójimo de forma desinteresada, dedicándose a otros, procurando su progreso y bienestar..
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