Aquí la gráfica aérea muestra los barrios de la arte norte de Hato Mayor (Fotos/ Remintong Sepúlveda) |
REDPROCIMOS EL EDITORIAL DE LISTIN DIARIO DEL VIERNES 05 DE JU IUO
Pese a todas sus riquezas naturales y una envidiable producción de cítricos, carne y leche, cacao, café y caña de azúcar, Hato Mayor no ha podido salir todavía del ranking de las provincias más pobres del país.
El rasgo más dramático de esta realidad es su índice de desempleo, un 39 por ciento, que duplica la tasa nacional. La juventud no tiene espacios ni oportunidades para echar el pleito por su futuro bienestar en su propia tierra.
Tiene que emigrar a otras zonas porque faltan infraestructuras y empresas capaces de crear empleos masivos, o propiciar cadenas de valor agregado a las materias primas que allí se producen, como el cacao, por ejemplo.
Desde hace tiempo luchan por la puesta en funcionamiento del ingenio Pringamosa para moler la caña de azúcar y producir derivados, y por una planta chocolatera, para extraer distintos subproductos.
Con esas dos industrias se podrían crear cerca de 5,000 empleos directos. Con una dinámica así, le resultaría más viable el desarrollo de otras potencialidades de la provincia, como sus recursos turísticos, hasta ahora desaprovechados.
Una de esas joyas de turismo es Sabana de la Mar, a la que le hace falta un puerto turístico y la reapertura del hotel Villa Suiza, inoperante desde hace años a pesar de que fue remodelado.
A Hato Mayor le hacen falta también algunas vías que conecten sus distintos destinos turísticos y mejoren sus comunicaciones terrestres con las provincias vecinas.
Si Hato Mayor no logra materializar estos proyectos, la provincia quedará estancada en medio de sus riquezas naturales e incapacitada para emplear a sus jóvenes y retener sus talentos, evitando que emigren a otras partes.
Parece incongruente, pero es una verdad: las provincias que se reputan como pobres por sus bajos índices de desarrollo humano en el Este, son las que mayores riquezas atesoran.
Este es su claro círculo vicioso. Tienen mucho y no tienen nada. Y, para colmo, tampoco tienen la suficiente ayuda del Gobierno.
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