domingo, 25 de octubre de 2020

Recordando a Pikinino, el sastre bonachón de Villa Canto

MANUEL ANTONIO VEGA

Su fallecimiento, ocurrido el 30 de julio del 2016 no ha borrado aún de nuestra suelta memoria, la imágen de Ángel Candelario Fulgencio, popularmente conocido como Pikinino o Bisonó. 

 Es un personaje que resume parte de la idiosincrasia del barrio que me vio crecer, Villa Canto. Cuando quería conocer de los últimos acontecimientos ocurridos en Villa Canto, entonces corría a casa de Bisonó, que vivía justamente frente a la casa de mis padres, en la Santiago Silvestre. 

Fue coronel del Benemèrito Cuerpo de Bomberos Civiles de Hato Mayor, donde estuvo buen desempeño.

 Era cherchoso, trabajador, pero un apasionado de su oficio de sastre. Le gustaba disfrutar la vida y vivir alegre; era loco con la milicia. Soñaba ser oficial de verdad, porque su voz y sus historias lo delataban en su interés. Su casa vivía llena de mujeres y hombres de toda la ciudad, pues era uno de los sastre remendón más famoso y ganó fama de ser un buen confeccionador de capas para vaqueros. 

 Era parlanchín, pero honesto y en su vida de chercha y llegó a asegurar que " me dí muchas mujeres". 
 Era miembro de una familia de sastres y llegó a confeccionar uniformes escolares, que vendía en la tienda de Rafael Acevedo y la familia Caminero, en Hato Mayor del Rey.

 "Yo no soy el mejor sastre, pero trato de ser el mejor", se ufanaba al hablar. Sus amigos íbamos a diario a su casa, solo para saber el chisme del momento y quien le había sido infiel al marido en el barrio. Quienes le conocieron llegaron a creer en la percepción que era charlatán y borachón, pero no. 

 Era honesto, pero hombre que gustaba de los placeres y las mujeres. A cada habitantes del barrio, el le tenía su perfil, haciendo historias, que creo solo existía en su sabía cabeza de entretener a los clientes. 

 Era impar en cuento, vivencias y anécdotas barrial. Era de aquél tipo de personaje que te mantenía ocupado en el escuchar para aprender, pero a la hora de usted establecer una conversación seria, en medio de la seriedad, era difícil no perder la hilaridad, porque a cada expresión, a cada pregunta, a cada respuesta, le ponía como aderezo una de sus ocurrencias, que en vez de desagradar, hacia la conversación amena, divertida. Pikinino, Coronel Bisonó o como quieras llamarle, se involucró y aprendió la sastrería con su madre Lidia Fulgencio y su tía Candita. 

Era fluido al hablar y parafraseando era un erudito. Su lenguaje siempre fue mercurial, el que creo aprendió con su pariente, Aladino Candelario, otra leyenda del baile y la sastrería que recorrió por las calles de Hato Mayor del Rey 

 Era un tipo de buena verborrea, bonachón, lenguaje creo aprendió de un lugar como un mercado, donde confluye todo tipo de personas. Se definía como un hombre inquieto, pero de bajo perfil, que no andaba buscando cámaras de los medios de comunicación, sino, ser Bisonó 
 Era un mundo de de chercha, jocosidad, pero nunca hablaba de sus fracasos con las mujeres. Cuenta aquí qué sabes o qué aprendiste de Pikinino.

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