martes, 2 de octubre de 2012

Un asilo de ancianos haitianos en batey de El Seibo necesita ayuda



Manuel Antonio Vega
atacando10@gmail.com

Haití Mejía, El Seibo.- En medio de dos campos de caña, cerca del chucho de caña y el pozo malacate, en el batey Haití Mejía, sección Mata de Palma de El Seibo, opera, quizás el único hogar de ancianos, exclusivo para envejecientes haitianos, que dieron toda una vida en el corte y tiro de caña en la región Este.
Al menos nueve adultos mayores de origen haitiano viven en la “Residencia de Sor Leonor Gibb”, una monja de origen canadiense, que lleva más de 40 años trabajando en el campo de la educación y la toma de conciencia en campos y bateyes de los ingenios azucareros de San Pedro de Macorís, Consuelo, Hato Mayor y El Seibo.
Provistos de camas, una cocina, comedor, área de recreo, el hogar “Residencia Sor Leonor Gibb”, tiene unos 10 años operando de manera ininterrumpidas.
Al día de hoy, unos nueve adultos mayores, que entregaron toda una vida al cultivo, corte y arrimo de caña, viven saludablemente y bien atendido en el hogar, rodeado de cañaverales.
Los viejitos reciben las atenciones médicas de Ramón de la Rosa, encargado de la clínica rural de la comunidad de Cañada del Agua, a mas de 35 kilómetros al sur de El Seibo y a igual distancia del municipio Consuelo.
El proyecto de carácter social y humanitario es orientado por Sor Leonor Gibb, pero patrocinado por la pareja de esposos del Canadá Roberto y Margarita Jarst, quienes dan apoyo económico y llevan logística al hogar.
Cuando el proyecto inició, en el 2002,  había unos 10 ancianos haitianos, pobres de solemnidad, que fueron reclutados por su edad en los bateyes cercanos a Haití Mejía, pero recientemente falleció uno.
Actualmente están albergados Ofima Yemé, José Lambalán, Leguaná Yan, Napoleón José, Ricardo Mejía Bosié, Francisco Ogando, Manuel Encarnación (Sepelea) y Nazario Porfirio.
Aunque el médico de la comunidad va y le presta atención médica preventiva, los viejitos no tienen seguros, lo que preocupa a Ana María García, encargada de cuidar y cocinarle a los adultos mayores.
Cuando algunos de ellos enferman y necesita atención especializada, es buscado por Sor Leonor Gibb, quien lo lleva al hospital del municipio Consuelo o al hospital regional Antonio Musa, en San Pedro de Macorís.
Aunque cuenta con el apoyo de los esposos Roberto y Margarita Jarst, el centro de albergue necesita de mayor cantidad de alimentos, detergentes,  medicina y un local más espacioso.
EL LOCAL
La Residencia de Leonor Gibb opera en varias habitaciones del viejo barrancón del batey Haití Mejía, desprovistos de barrotes de seguridad en persianas, puertas y barcón.
El zinc tiene filtraciones y el patio no tiene verja perimetral, que pueda garantizar el esparcimiento de los envejecientes.
Las puertas, guarniciones y persianas son de madera antigua y está siendo carcomida por la carcoma y traza. Hacen falta sillas.
Iglesias, colonos y grupos comunitarios de más de 10 comunidades bateyeras de Mata de Palma visitan y cooperan con el centro, pero eso no es suficiente.
No se usa abanicos, porque en la comunidad no hay energía eléctrica, por lo que en tiempo de calor, los ancianos tienen que ser refugiados debajo de árboles, para que no vayan a sufrir desmayos.
La obra de amor y educación que realiza Sor Leonor Gibb en las comunidades bateyeras debe encontrar el respaldo del Gobierno Central, que debe disponer las ayudas necesarias y ordenar construir una estructura modernas, para albergar a estos ancianos que dieron toda su vida a cambio de nada en las comunidades bateyeras del Este del país. 

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