viernes, 7 de junio de 2013

El Jobo, es un salto misterioso y con la charca más espaciosa del Este

Parece un brazo de mar de agua dulce, que encierra un gran misterio, al existir una roca tallada que al mirarla fijamente parece la de un mosntruo o animal gigante, que parece vigila el santuario de agua dulce
Manuel Antonio Vega
Texto y fotos

Vicentillo, El Seibo.- Del río Yabón, en el distrito municipal San Francisco-Vicentillo, nacen varios saltos de agua, pero El Jobo, es el más estirado y el de la charca más grande en la región Este.
La charca, donde se deposita el agua, parece un brazo de mar y donde la jaiba y camarones se capturan con cimbeles por la gran cantidad de los crustáceos.
Rodeado de rocas y frondosos árboles, El Jobo tiene más de 15 metros de caída de agua y su anchura supera los 32 metros, convirtiéndole en el más caudaloso de la zona.
Los nativos creen que esta roca fue tallada por los indios
Misterio
Justo en el ala derecha de la caída de agua, al lado del chorro de agua, se puede observar una roca, que al parecer fue tallada por la mano del hombre, que al mirarla se asemeja a la efigie de un monstruo o animal gigante.
Los nativos creen que fue tallada por indios, que habitaron la zona antes de llegar los españoles en 1492.
Las averturas o concavidad de los ojos, al mirarlo fijamente hasta en fotografía, aparecen ante los ojos figuras, que los lugareños afirman vigilan el escenario rural.
En tiempo de lluvia, las rocas son cubierta por el grosor del agua, haciendo del lugar un impresionante espectáculo que asalta la vista humana.
Para conocerlo se puede acceder por la comunidad de La Pocilga  al oeste de Vicentillo, ya que los vehículos penetran hasta los 50 metros del lugar, o sino, por la comunidad de Juan Jiménez, muy pedregoso y prácticamente inaccesible por la espesura del bosque.
Tirarse desde la altura a la posa es placentero, ya que la profundidad alcanza hasta los seis metros, con una agua literalmente helada.
Aquí en este brazo de mar de agua dulce, usted llega con calor, pero se va con frío.
El salto está siendo visitado por turistas, que van a la zona promovido por el tours de Chocolate del grupo de “Mujeres Esperanza Unida de Yabón”.
Es desconocido para el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, pero  no para los nativos de Vicentillo y campos cercanos, que se van de pasadía a cocinas, pescar y bañarse.
En sus aguas abundan las jaibas, camarones, carpias, guabinas y dajaos  recursos que se ha encargado la misma naturaleza de proteger.
El eco turismo tiene en El Jobo, uno de sus mejores aliado en Vicentillo, donde florecen los grupos de excursionistas, para dar a conocer la riqueza natural en la zona.
El salto está en terreno del extinto hacendado, Abraham Hoffiz Fuentes (Bambán), quien tenía el recurso hídrico bien protegido, para disfrutar de sus aguas y peces, cuando iba de fin de semana al campo.
Abundan en su entorno árboles de chácaro, ceiba, capá, caoba, cabilma, anón, guárano, gina, samán y javillas centenarias, de cuyas raíces los
lugareños confeccionan batea para sacudir y limpiar arroz.
El Jobo está en el área de la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Saltos de La Jalda, una reserva científica creada por el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el presente siglo XXI.
A El Jobo le siguen unos siete pequeños saltos de agua dulce, que se van tejiendo en el cauce del afluente, donde lugareños afirman en una época se extraían pepitas de oro.
Ríos hermosos, saltos, cascadas, cuevas, minas, colinas, y una gran cantidad de zonas boscosas con una diversidad de distintas especies de aves, anteceden la llegada a El Jobo.
Los trillos van definiendo el lugar, las pisadas humanas van descubriendo que vale la pena llegar para disfrutar porque la temperatura cambia a medida que se va uno acercando al escenario natural, uno de los tantos que abundan en la región Este.
Impresión
Al asomarse al salto que sólo es visible cuando se está a los 50 metros de longitud por lo frondoso del bosque en la zona, cualquier mortal se impresiona por el grueso de las rocas y el agua que cae en la charca.
Una inmensa cantidad de bejuco indio abunda en el entorno, muchos de los cuales son utilizados para la fabricación de mabí en Hato Mayor y El Seibo, donde abundan fábricas de la gaseosa ecológica.
Este recurso hídrico pudiera en un futuro no lejano, ser aprovechado para la construcción de una hidroeléctrica para la generación de energía.
Las viviendas más cercanas al lugar están distantes a 4 kilómetros y lo accidentado del terreno estaría contribuyendo a mantener el lugar en zona virgen y libre de contaminación. Respirar aquí es abrir los pulmones a un paraíso, donde la naturaleza te lo brinda todo para seguir viviendo.
Aquí a las 5:00 de la tarde ya es de noche por extenso bosque, compuesto por árboles gigantes de javilla, samán, ceiba, algarrobo y amapola.
Los pajones en las fincas adyacentes al salto, pueden servir de escondrijo al visitante para jugar al escondido, por la altura que presentan.
Aquí el astro sol está obligado a dejar de verse antes de las cinco de la tarde.
En tiempo de lluvias los marjales impiden el acceso hasta de los caballos y los mulos.
Fauna
En este lugar usted se topa con los camarones y jaibas en las corrientes que cruzan por la abundancia del cretáceo.
Se puede escuchar el “Voy acé una casa”, de los cuervos cuando el cielo se nubla para llover. El chillido de cotorras, bobos, ciguas palmera,
ruiseñores, colí y otras avecillas, engalanan el lugar, virgen por naturaleza.
El Jobo constituye una pieza más de la cadena de recursos naturales que se han descubierto en la región Este y que servirán para la explotación eco turística, siempre y cuando las autoridades pongan empeño en acondicionar los caminos de acceso y penetración.

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