MANUEL A. VEGA
HATO MAYOR.- El 15 de enero se cumplieron 39 años del secuestro y posterior asesinatos de los hermanos Serafín, Amado (Malé) y su compañero de infortunio Juan Zorrilla, tres prominentes jóvenes del movimiento revolucionario, que nació en Hato Mayor después del golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch.
Desde que el doctor Joaquín Balaguer ascendió al poder en las elecciones de 1966 hasta el 2005, fecha en que fueron asesinados los motoconchistas Mario Julio Castro Tolentino y Justino Sosa Vilorio, unos 10 crímenes y desapariciones de personas han quedado impunes en esta ciudad.
La causa principal de que no se hayan establecidos responsabilidades en esos hechos, podemos atribuirlo sin quizás a las debilidades e imperfecciones que aún hacen la democracia dominicana un sistema no garante del clima de libertad y de seguridad ciudadana.
Creemos que el miedo a enfrentarse a sectores de poder y, aún más, la falta de decisiones o voluntades reales y concretas para llegar hasta las últimas consecuencias en los crímenes espeluznantes o desapariciones en las últimas décadas, dar con sus autores y llevarlos a juicios oral, público y contradictorio, sigue siendo y será por muchos tiempos un caldo de cultivo para que al paso del tiempo esos repudiables hechos sigan produciéndose en esta ciudad y los autores intelectuales y materiales sigan exhibiéndose como perros por sus casas, por las calles de Hato Mayor.
LOS DESAPARECIDOS
Ningún caso ha dolido tanto y hecho recordar con horror a los hatomayorenses como el secuestro y posterior asesinatos de los hermanos Serafín, y Amado (Malé) Santana Vilorio y Juan Zorrilla, ocurrido el 15 de enero de 1970.
Salieron con un presunto amigo que más tarde los entregó a quienes ejecutaron el horrendo y triple crimen.
Jhonny Abud o Pedro Muñoz Escarramán fue el agente parapolicial utilizado por el gobierno de Balaguer como trampolín, para sacar a los jóvenes de la ciudad y luego asesinarlos
Antes de asesinarlos, sus captores sometieron a intensos “interrogatorios” a nuestros muchachos, que para entonces militaban en el Movimiento Popular Dominicano (MPD), y que se infiltraron o escudaron en el PRD, para poder desarrollar sus actividades revolucionarias.
Se ha dicho que entre los “interrogatorios” a que fueron sometidos los hermanos Santa Vilorio y su amigo Juan Zorrilla estaban: Una golpiza con una tabla que tenía muchos clavos cruzados, retorcimientos en sus extremidades superiores y la extracción con agujas de todas la sangre de sus cuerpos. A Serafín le fue cortada la lengua.
Informaciones aparecidas en los periódicos nacionales de la época, destacan que los jóvenes fueron torturados y extraída la sangre en el hospital “Señorita Elupina Cordero”, de Sabana de la Mar , y que el médico que cometió tan abominable hecho, de apellido Severino, lo hizo atendiendo órdenes de jefes militares y policiales de la época.
Juan, Malé y Serafín habrían muertos momentos después de haberle “chupado” la sangre de sus cuerpos y trasladados sus cuerpos a matorrales, a unos cuatro kilómetros, por la carretera que comunica a Sabana de la Mar con Miches.
Los cadáveres aparecieron putrefactos a los 29 días. Fueron descubiertos por el mal olor que ya expedían y el volar despejado del águila de rapiña conocida como “Laura”.
El día que aparecieron los cadáveres el presidente Balaguer se encontraba en la ciudad de Hato Mayor del Rey, indagando sobre la desaparición de los jóvenes y en actividades políticas. Al ser informado del hallazgo de los cadáveres se le recomendó retirarse de la ciudad.
La emisora Radio Comercial, que para la época era de los hermanos Brea Peña fue la que enteró a los hatomayorenses y al resto del país del hallazgo. El descubrimiento de los cuerpos sin vida de Juan, Amado y Serafín, provocó una tan grande actividad de protesta en el pueblo que los cuerpos castrenses del gobierno de Balaguer tuvieron que militarizar todos los barrios y salidas de la comarca.
Cientos de efectivos mixtos de la Policía y el Ejército Nacional fueron traídos a esta ciudad, procedentes de Higüey, El Seibo y San Pedro de Macorís, con el objetivo de contener la furia de un pueblo horrorizado por el triple crimen. Aún así hubo enfrentamientos entre estudiantes y agentes policiales en la cercanía del liceo César Nicolás Penson, donde estudiaban las víctimas.
Los cadáveres de Juan, Malé y Serafín no fueron vistos por sus familiares. No se sabe que hizo el régimen de Balaguer con los cuerpos, nunca se los entregaron a los familiares.
Durante los sangrientos 12 años del sátrapa Joaquín Balaguer Ricardo, se asesinó a muchas gentes por causas políticas. Se asesinaron dirigentes de partidos con orientación Marxista-Leninista-Maoísta, y de toda la oposición; dirigentes de clubes culturales, deportistas y porque a un jefe le caía mal un vecino.
Muchos de estos crímenes tuvieron resonancia en la opinión pública nacional e internacional, pero sin más nada, ya que en todos lo casos no se hizo justicia a los culpables de esos asesinatos políticos.
HABLA MANUEL DEL ROSARIO
“Jhonny Abud o Pedro Rodríguez Escarramán, se llamaba el agente que infiltró el gobierno, para exterminar con la vida de los jóvenes que se habían enrolado al movimiento revolucionario, para extrañar al yanqui invasor y luego derrocar a Joaquín Balaguer Ricardo del poder, quien se había convertido en uno de los ejes principales de persecución contra la lucha revolucionaria en America”, expresa Manuel del Rosario, quien salvó la vida milagrosamente, porque el día que fueron secuestrados Juan, Malé y Serafín.
El día que desaparecieron los hermanos Santana Vilorio era jueves y en principio se pensó que fueron apresados frente a sus respetivas casas, situada en la calle San Esteban número 54.
En la época se aseguró que cuando iban a entrar a su residencia un individuo indio claro, de unos 6 pies de estatura, los llamó y lo condujo hacia un carro Volkswagen.
Se dijo que en la ocasión que Zorrilla y Yoni, este último el agente parapolicial, ya estaban dentro del vehículo.
Tras la desaparición de los jóvenes, los maestros y estudiantes del liceo César Nicolás Penson, donde estudiaba Amado Santana, paralizaron la docencia demandando la aparición de los jóvenes.
Jhonny Abud o Pedro Rodríguez Escarramán, era nativo de Fantino, Cotui, un municipio ubicado al nordeste del país.
El historiador y catedrático de la Universidad Central del Este (UCE), Manuel del Rosario, compañero de célula en la lucha revolucionaria del los tres desaparecidos, reveló a atacando digital., que el agente parapolicial se presentó a Hato Mayor con una carta del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), para que fuera protegido por los revolucionarios, en esta ciudad,
Recordó que Jhonny Abud, como en principio se presentó el infiltrado, llegó a mostrar sus dedos de pies y manos sin uñas, para hacer creer que el régimen de Balaguer lo había sometido a crueles torturas.
Para sacar a los muchachos de Hato Mayor, Jhonny prometió a los desaparecidos, que iba a conseguir armas, para enfrentar a asaltar el cuartel policial enfrentar al régimen de Balaguer.
En las reuniones de convencimiento para obtener las armas, el sujeto llegó a decir que vendría vestido de monja desde Samaná, para evitar ser descubierto por las fuerzas militares, que se veían por doquier.
Para el viaje a Samaná, en el cual irían los desaparecidos, se hizo una colecta de 300 pesos, cuyos recursos desaparecieron como los muchachos.
Al participar en el programa Atacando en radio, que produce el periodista, Manuel Antonio Vega por la emisora Caribe 95 FM, Manuel del Rosario, dijo que Hato Mayor debe rendir un tributo a los tres desaparecidos, gestionando ante las autoridades la construcción de una plaza con las efigies de Juan, Malé y Serafín, a quienes consideró paradigmas del movimiento revolucionario en la región Este.
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