LOS HAITIESES, Sabana
de la Mar.- En la parte Este del parque nacional Los Haitises, rodeado de
arbustos y enredaderas, durmiendo sobre pencas de yagua de palma real, expuesto
a las picadas de mosquitos y arácnidos, muy alejado de la civilización malvive
una familia con cuatro hijos, que se resiste salir del lugar por no tener un
lugar digno donde vivir.
La “casa” donde habita
Nicolás Santana (Mensito) y Margarita Franco y sus cuatro hijos, es un taburete
o enramada forrada y techada con pencas de yagua, a la que el viento y las
inclemencias del tiempo la han desaliñado o deteriorado, advirtiéndose que está
a punto de desplomarse.
La piel de los niños se
ha convertido en “piel de jabalí”, cubierta de una gruesa escama por el polvo y
el poco aseo, que al parecer reciben. La Indigencia lo arropa.
Los hijos: Ana Iris, de
8 años; Miguel Ángel de 6; Miguelito de 4 y María Isabel de 3 años, no conocen
el cuaderno y el lápiz, porque nunca han ido a una escuela y la más cercana
está a 40 kilómetros en el municipio de Sabana de la Mar.
En la vivienda no hay
sillas en que sentarse, por lo que los niños se pasan el día y la noche en el
suelo, ya que duermen sobre yaguas, sin mosquiteros ni otra cosas que pueda
protegerlo de las picadas de mosquitos y otras alimañas.
Los niños conocieron
ropas en estos días, cuando Carlos López Calcaño (El Carnal), quien localizó la
familia, regresó de nuevo al lugar,
movido por la condición de pobreza extrema en que viven, que duermen sobre
yagua, los niños sin zapatos, ropas y falto de una buena alimentación.
Las necesidades fisiológicas las realizan en
el bosque y el aseo escasea, porque hay que buscar el agua a distancia.
Cuecen los alimentos
sobre tres piedras volcánicas, de las que abundan en la zona.
Nicolás Santana alcanzó
un tercer curso de primaria, durante la Era de Trujillo, pero Altagracia nunca
estuvo frente a una pizarra ni agarrar un cuaderno y lápiz para escribir.
Al parecer es
vulnerable a las picadas de mosquitos, ya que le han puesto tunoso el rostro.
Durante la noche padres
e hijos están expuestos a las picadas de mosquitos y arácnidos, porque duermen
sin mosquiteros y sin amparo de otra claridad que no sea en tiempo de luna
llena o las luces de luciérnagas y cocuyos que abundan en la zona.
Actualmente la jefa del
hogar tiene ocho meses de embarazo y no sabe si es hembra o varón, porque les
tiene fobia a los médicos.
EL ENCUENTRO
Luis Carlos López
Calcaño, técnico del ministerio de Medio Ambiente en Sabana de la Mar, fue
quien descubrió que esta familia vivía aislada de la civilización, cuando
supervisando la zona buscando nidos del Gavilán de la Hispaniola, se encontró
con el dramático cuadro que envuelve a esta humilde familia.
“Esta gente vive en lo profundo de Los
Haitises, más allá de la zona Llanada Grande, a unas tres horas a caballo,
partiendo de la zona turística de Caño Hondo”, comentó López Calcaño, quien
pidió al gobierno ir en auxilio de esa gente.
La familia se alimenta
de víveres cultivados por Mensito, leche que da una vaca que tienen y de frutos
silvestres que recogen en medio del bosque de la reserva ecológica. Conocen la
carne cuando el jefe de familia logra atrapar un jabalí o guinea alzada con trampas
rurales que prepara, para la supervivencia.
Comen arroz, carne de
pollo o res, sardina, salami y huevo cuando el jefe familiar logra sacar
algunos quintales de yautía y va al pueblo de Sabana de la Mar, a vender.
Cuando se agotan los
fósforos, entonces, Mensito frotas dos rocas volcánicas, que abundan en la
zona, para producir fuego.
Las niñas no conocen
las muñecas y los varones los carritos para jugar, porque los pocos que
consigue el padre son “para comprar algunas libras de arroz y mestura cada seis
o siete meses, cuando vende yautía”
DOLOR DE CABEZA”
Mensito solo dice que
le duele la cabeza cuando piensa en el futuro y la educación de sus hijos,
esperando que “Dios ilumine a alguien y lo ayuda a salir del bosque y tener un
techo seguro donde tener a sus hijos y esposa”.
Las niñas de Mensito y Altagracia tienen deseo
de estudiar para “hacernos doctoras para curar a papá y mamá y los vecinos
cuando vivamos allá en el pueblo de Sabana de la Mar”.
Altagracia y Nicolás
Santana son nativos de Sabana de la Mar, pero
él lleva 38 años labrando la
tierra y en su visita al pueblo de Sabana de la Mar, conoció a la madre de sus
hijos, a quien enamoró y conquistó para que se fueran al campo a vivir.
CERCA DE VIVIR EN EL
PUEBLO
A esta familia de
extrema pobreza la vida le puede cambiar de un momento a otro, ya que por
gestiones del técnico del ministerio de
Medio Ambiente, Carlos López Calcaño, el cabildo de Sabana de la Mar,
decidió ceder donar un solar en la calle Seibo, marcado con el número 105,
donde con ayuda del gobierno, cualquier persona, empresa o institución decida
ayudar a esta familia a tener un techo seguro y los niños puedan acceder a los
estudios.
UBICACIÓN
La Llanada de Los
Haitises es el centro de la reserva científica, donde antes del desalojo
llevado a cabo por el presidente Joaquín Balaguer, en 1991, se cultivaba arroz,
yautía y cacao
Era una parte muy
poblada por campesinos que venían de otros pueblos del Cibao, que fueron
llenando el cenagal, para cultivar la tierra.
Pocas personas en el
municipio costero de Sabana de la Mar, distante a unos 40 kilómetros al Este de
donde aguarda esta familia cimarrona, conocen de su vida silvestre y creen que
es una leyenda, porque nadie podría sobrevivir en las condiciones narradas.
Para ayudar a sacar de
Los Haitises y construir su casa a esta familia en Sabana de la Mar puede
comunicarse los teléfonos de Carlos López
Calcaño (El Carnal) 829-8875885 y Alexis Vega 809-705-3364 o depositar en la
cuenta 769.-663-451 del Banco Popular Dominicano
No hay comentarios:
Publicar un comentario