Manuel Antonio Vega
Juan Francisco
Santana nació en el ganadero pueblo de Hato Mayor del Rey, el 24 de
junio de 1933. Fueron sus padres doña
Esmeralda Santana Contreras y don Juan José
Santana (Juanico).
Casó con la
educadora Juana Cueto, quien le acompañó en su vida comercial durante 34 largos
años, cuando falleció el 18 de noviembre
del 2018.
Con apenas un 8vo
curso de educación media, este fornido y
corpulento hombre enseñó con su ejemplo de trabajo y dedicación, que el
esfuerzo hay que hacerlo para ser alguien en la sociedad.
Tuvo que sortear
trabajo como chofer para varios hacendados, como Abraham Hoffiz Nuffer, padre de Bambán Hoffiz y
Alejandro Laureano y otros que se peleaban por tener su servicio de conductor.
Laborando con
Alejandro Laureano, adquirió su primer camión para iniciar su independización
laboral y económica.
El dinero ahorrado
llegó a guardarlo en maletín, porque para la década de 1960 todavía Hato Mayor
no contaba con sucursal bancaria.
Llegó a ahorrar RD$
3,000.00 y compró su primer camión con 2
mil 500 pesos, dejando 500 para comprar
materiales de construcción como arena, cemento y varilla, empleando a
los personajes conocidos como Chochó, Anixio Santana y Zenón el Cojo.
Hasta el año 1991 se
desempeñó como chofer de camión de varias personas adineradas, instalando su
primer negocio de vender arena para la construcción,
Es el 1994 que
decide no solo vender arena, sino instalar
la “Fábrica de Block Materiales
de Construcción Santanita” un pequeño negocio que inició con 3 mil pesos y que
prontamente se convirtió en u sólido negocios, que después de su muerte
mantienen operando su esposa Juanita e hijos.
El negocio está
ubicado al lado de su casa, en la calle Padre Meriño No. 27, un lugar
estratégico, donde la gente no tiene que ir lejos para comprar los materiales
de su hogar.
En el lapso 1991 y
1994, las cosas fueron caminando bien,
llegando Don Juan Santana a comprar los terrenos en el sector La Matica, donde
instaló su fábrica de block y venta de agregados, lo que le disparó la venta,
recibiendo cambios sustanciales en su economía.
El crecimiento
económico no se detuvo y ya para el 2008 amplían, al comprar la casa donde
viven e instalan el centro ferretero.
En la familia
De aspecto
bonachón, Juan era una persona muy atenta no solo con sus clientes, sino en el
hogar, donde tenía la responsabilidad y honestidad como filosofía de vida en la
formación de sus hijos.
“Él era muy atento,
se pasaba de atento en la casa, gustaba de las canciones mexicanas”, revela su
esposa, que dice nunca olvidará lo que hizo en vida por el desarrollo de su
familia.
A sus hijos, Kenia Isabel
Santana Sosa, la mandó a estudiar derecho a la universidad y hoy es jueza de la
Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de San Pedro de Macorís; a
Francisco y a Esmeralda los envió a estudiar contabilidad y Esmeralda Santana se graduó de ingeniera
civil a los 21 años. Además estuvo a Juan Francisco y Francis Santana
(fallecido).
“Siempre aspiró a
que sus hijos fueran profesionales, para que se entregaran al trabajo honesto
en la sociedad”, apunta la viuda.
Su tiempo de ocio
lo aprovechaba para jugar dominó y pasear en familia a lugares turísticos, como
amante de la naturaleza.
Llegó a pertenecer
al Club 21 de Enero, la Logia Generación 21 de Enero y al Club de Choferes de
Hato Mayor, donde conoció, donde llegó ser dirigentes.
Se desempeñó como
presidente de la Asociación de Ganaderos de Hato Mayor, donde ayudó a impulsar
el crecimiento del sector productivo en compañía de destacados productores como
Ricardo Barceló, Ramón Astacio, Agustín Ramírez, entre otros. También fue
miembro dirigente de la Cooperativa de Ganaderos de esta ciudad.
Su dispar oficio de
empresario ferretero, lejos de convertirlo en hombre segado por el dinero y la
buena vida, lo hizo un ser de carácter bondadoso y poseedor de un lenguaje cargado de historias,
anécdotas y chistes, que tenía como
telón de fondo su origen humilde de hombre sacrificado por el trabajo
Era un verdadero parlante cuando se
trataba de hablar de música mexicana, ritmo que acarició hasta en lecho,
llegando a entonar canciones con una precisión admirable.
Si todos estos aspectos configuran los rasgos más
señalados de su biografía, no menos significativa era su actitud ante el nuevo
cambio social y urbano que experimenta Hato Mayor en los últimos años.
Siempre mostró su
interés y curiosidad por la fisonomía urbana que impera en distintos contextos
geográficos de la ciudad, llamando a las autoridades municipales a que aseguraran un desarrollo
sostenido de la ciudad, sin obviar el desmantelamiento de tarantines en los
espacios públicos.
Soñaba con ver a su
Hato Mayor con más negocios establecidos, porque creía era la única forma de
paliar el desempleo en la ciudad.
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