El libro “Gregorio Luperón, Padre de la Segunda República”, de la autoría
del general retirado, Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, constituye un aporte
inconmensurable a la bibliografía historiográfica de la República Dominicana,
porque el mismo viene a enriquecer el pensamiento y el conocimiento que la
mayoría de los dominicanos podamos tener acerca de la gloriosa espada de Puerto
Plata.
El libro de Zorrilla Ozuna contiene entre sus páginas el relato vivo de una
de las etapas históricas más gloriosas que puede exhibir, la Guerra de la
Restauración, la cual tuvo su origen el 16 de agosto del 1863 con lo que se
conoce como “el grito de capotillo”. Este hecho se produjo como consecuencia y
respuesta a la anexión de la República Dominicana a España, por parte de Pedro
Santana el 18 de marzo de 1861.
Pero antes de entrar a la epopeya restauradora Zorrilla Ozuna nos da
pinceladas claves acerca del nacimiento de la República el 27 de febrero de
1844, desde el nacimiento de la sociedad secreta La Trinitaria en julio de
1838, e incluso nos da datos acerca de la España boba en 1809 y la
independencia efímera del 30 de noviembre de 1821 a cargo de José Núñez de
Cáceres.
Basado en el lema que se encuentra impregnado en el escudo: Dios, Patria y
Libertad, Zorrilla sostiene que la providencia divina siempre estuvo detrás de
los triunfos dominicanos y esto porque los patriotas que diseñaron el escudo
decidieron poner a Dios en primer lugar, y esto no se puede poner en dudas,
pues solo hay que leer la Biblia para enterarse como Gedeón logró vencer al
poderoso ejército de los madianitas con tan solo 300 hombres bajo sus órdenes,
sin lugar a dudas ahí como en múltiples batallas de Israel, Dios también estuvo
detrás.
En el libro de Zorrilla Ozuna se encuentra diseminada entre sus páginas el
perfil de uno de los dominicanos más puro e íntegro que ha parido nuestra
patria después de Juan Pablo Duarte, el perfil de Gregorio Luperón, el hombre
que con apenas 24 años de edad puso su vida al servicio de la patria que le vio
nacer, su objetivo al igual que el de Duarte, era ver a su patria libre de toda
potencia extranjera. Una vez materializadas las primeras batallas de la guerra
restauradora, se formó el gobierno de la república en armas, cuya sede está en
Santiago de los Caballeros, pero siempre los malos dominicanos han estado en
todos los lados y cuando Gregorio Luperón declinó presidir el gobierno y el
mismo recayó sobre la figura de José Antonio Salcedo (Pepillo), un conservador
consumado que desde que se instaló en el poder se dedicó a crear las
condiciones para propiciar el regreso al país de Buenaventura Báez para que
ocupara la presidencia de la Republica, y por esa razón dedicaba a torpedear las iniciativas del general
Puertoplateño, e incluso, llegó a ordenar su muerte y todo porque le envidiaba
hasta el más alto grado.
Aunque se encontraba circunstancialmente en el bando liberal, Pepillo Salcedo
pertenecía al sector conservador, y era, al igual que Buenaventura Báez,
portador del síndrome de Guacanagarix, y no creía que la Republica Dominicana
pudiera existir sin la protección de una potencia extranjera. Lo mismo que Báez
o Pedro Santana, también albergaba la idea de que el país, o al menos la bahía
de Samaná pudiera ser vendida a los Estados Unidos o Francia.
El libro de Zorrilla Ozuna nos enseña que Gregorio Luperón fue un
dominicano puro, sin ambiciones personales, desprendido y siempre dispuesto a
dar la vida por la patria que lo vio nacer, no tuvo más objetivos que ver a su
patria libre del dominio de toda potencia extranjera y es con él, precisamente,
que nace la Segunda República y es por ello que corroboramos con Zorrilla Ozuna
que Luperón tiene méritos de sobra para ser declarado como padre de la segunda
república.
El libro es un valioso documento que debe ser leído por todo aquel que se
sienta ser dominicano, tanto por su contenido como por la prosa ágil y hermosa
que usa el general retirado para provocar que sus lectores nunca se
desinteresen por su lectura. Es un libro que vale su precio en oro y es una
fuente indispensable cuando de conocer a Luperón se trata.
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