miércoles, 8 de septiembre de 2010

Llevan ancianos con datos falsos a asilo Romelia Salas de Barceló en Hato Mayor

Hato Mayor.-Abuelitos abandonados en un hogar de ancianos, completamente solos y sin el aliento de sus familiares, quienes ofrecen informaciones falsas sobre su localización, es solo parte de la triste y conmovedora realidad que se vive en  el hogar de ancianos Romelia Salas de Barceló, el cual opera en esta provincia con notables limitaciones y desde hace más de un lustro.
El aliento y calor humano que una congregación de religiosas dedicadas al bien les ofrecen en sus limitados rincones, no son suficientes para motivarles una sonrisa, porque cada vez que se acuerdan que en medio de su avanzada edad han sido abandonados por sus familiares solo atinan a pedirle a Dios que los perdone.
Entre la carcoma y el polvillo de la pintura que se desprende del techo de la deteriorada edificación que los alberga, los ancianos se reunen como logia, oran y algunos de ellos, lejos de su triste realidad, juegan como niños y platican en voz tan baja que muchos no perciben a plenitud sus expresiones.

 Cuando uno de los ancianos sufre un problema de salud que  requiere ser trasladado a un centro sanitario, esa asistencia debe ser  asumida por  las monjas, porque los familiares no son localizados debido a que suministran dirección y número telefónico falsos. "Esto es increíble", solo atina a decir sor Carmen Tiburcio, directora del asilo. Es  que le resulta insólito, porque  antiguamente  los ancianos eran venerados por su sabiduría y conocimiento de la naturaleza, por la vida, por los problemas y conocimientos domésticos, sus consejos eran escuchados y seguidos sin dudar, ellos eran el ejemplo para los más jóvenes.
A      medida que el hombre ha ido progresando en la ciencia y la tecnología, que la sociedad se ha ido materializando, se han ido perdiendo los verdaderos valores de la vida.
Este recinto acoge entre sus agotados inquilinos a dos centenarias personas, "Yoya", de 107 años, y el ciudadano haitiano "Felimón", de 116 años, según informó sor Carmen Tiburcio.
 La religiosa denunció que el local en que conviven 25 ancianos, construido en el año 1992, está muy deteriorado, debido a las filtraciones en el techo y  el agrietamiento de las  paredes, lo que pone en peligro la seguridad y la vida de sus diezmados inquilinos.
El centro de albergue no tiene  recursos económicos para solventar los gastos de alimentación y pago de personal, lo que obliga a la administración a acudir a la caridad pública a cada momento para dar de comer a los ancianos.
Las camas donde duermen los viejitos presentan oxidación, lo que representa un peligro para la salud, mientras que las grietas en las paredes alcanzan hasta dos metros de longitud.
Sor Tiburcio denunció que las filtraciones son más notorias en las habitaciones del albergue, y a muchos de los ancianos hay que estar moviéndolos cuando llueve. 
Autor: Máximo Manuel Pérez

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