lunes, 22 de abril de 2019

Gregorio Luperón visto por Zorrilla Ozuna


Por Víctor Espinal

El libro “Gregorio Luperón, Padre de la Segunda República”, de la autoría del general retirado, Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, constituye un aporte inconmensurable a la bibliografía historiográfica de la República Dominicana, porque el mismo viene a enriquecer el pensamiento y el conocimiento que la mayoría de los dominicanos podamos tener acerca de la gloriosa espada de Puerto Plata.
El libro de Zorrilla Ozuna contiene entre sus páginas el relato vivo de una de las etapas históricas más gloriosas que puede exhibir, la Guerra de la Restauración, la cual tuvo su origen el 16 de agosto del 1863 con lo que se conoce como “el grito de capotillo”. Este hecho se produjo como consecuencia y respuesta a la anexión de la República Dominicana a España, por parte de Pedro Santana el 18 de marzo de 1861.
Pero antes de entrar a la epopeya restauradora Zorrilla Ozuna nos da pinceladas claves acerca del nacimiento de la República el 27 de febrero de 1844, desde el nacimiento de la sociedad secreta La Trinitaria en julio de 1838, e incluso nos da datos acerca de la España boba en 1809 y la independencia efímera del 30 de noviembre de 1821 a cargo de José Núñez de Cáceres.
Basado en el lema que se encuentra impregnado en el escudo: Dios, Patria y Libertad, Zorrilla sostiene que la providencia divina siempre estuvo detrás de los triunfos dominicanos y esto porque los patriotas que diseñaron el escudo decidieron poner a Dios en primer lugar, y esto no se puede poner en dudas, pues solo hay que leer la Biblia para enterarse como Gedeón logró vencer al poderoso ejército de los madianitas con tan solo 300 hombres bajo sus órdenes, sin lugar a dudas ahí como en múltiples batallas de Israel, Dios también estuvo detrás.
En el libro de Zorrilla Ozuna se encuentra diseminada entre sus páginas el perfil de uno de los dominicanos más puro e íntegro que ha parido nuestra patria después de Juan Pablo Duarte, el perfil de Gregorio Luperón, el hombre que con apenas 24 años de edad puso su vida al servicio de la patria que le vio nacer, su objetivo al igual que el de Duarte, era ver a su patria libre de toda potencia extranjera. Una vez materializadas las primeras batallas de la guerra restauradora, se formó el gobierno de la república en armas, cuya sede está en Santiago de los Caballeros, pero siempre los malos dominicanos han estado en todos los lados y cuando Gregorio Luperón declinó presidir el gobierno y el mismo recayó sobre la figura de José Antonio Salcedo (Pepillo), un conservador consumado que desde que se instaló en el poder se dedicó a crear las condiciones para propiciar el regreso al país de Buenaventura Báez para que ocupara la presidencia de la Republica, y por esa razón dedicaba a  torpedear las iniciativas del general Puertoplateño, e incluso, llegó a ordenar su muerte y todo porque le envidiaba hasta el más alto grado.
Aunque se encontraba circunstancialmente en el bando liberal, Pepillo Salcedo pertenecía al sector conservador, y era, al igual que Buenaventura Báez, portador del síndrome de Guacanagarix, y no creía que la Republica Dominicana pudiera existir sin la protección de una potencia extranjera. Lo mismo que Báez o Pedro Santana, también albergaba la idea de que el país, o al menos la bahía de Samaná pudiera ser vendida a los Estados Unidos o Francia.
El libro de Zorrilla Ozuna nos enseña que Gregorio Luperón fue un dominicano puro, sin ambiciones personales, desprendido y siempre dispuesto a dar la vida por la patria que lo vio nacer, no tuvo más objetivos que ver a su patria libre del dominio de toda potencia extranjera y es con él, precisamente, que nace la Segunda República y es por ello que corroboramos con Zorrilla Ozuna que Luperón tiene méritos de sobra para ser declarado como padre de la segunda república.
El libro es un valioso documento que debe ser leído por todo aquel que se sienta ser dominicano, tanto por su contenido como por la prosa ágil y hermosa que usa el general retirado para provocar que sus lectores nunca se desinteresen por su lectura. Es un libro que vale su precio en oro y es una fuente indispensable cuando de conocer a Luperón se trata.

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