FARID KURY |
FARID KURY
Tengo la fortuna de tener muchos y buenos amigos. Amigos de calidad. Amigos solidarios, que hemos estado juntos en la época de las vacas flacas y de las gordas, en la época del poder y en la época de la oposición. Esa es una dicha, y yo me siento dichoso.
Mis amigos son de todas las clases y de todos los niveles. Los hay con extraordinario nivel intelectual, y los hay que sólo poseen el ingenio popular.
Tengo amigos escritores, algunos de los cuales han escrito decenas de libros, y otros, que apenas saben escribir sus nombres.
Tengo amigos ricos que nunca podrán, a menos que no amanezcan un día con el vicio de los casinos, acabar con sus fortunas, ganadas en base a trabajo, dedicación e inteligencia, y otros, que con mucha dificultad logran el sostenimiento de la familia.
Amigos con los cuales me he asociado económicamente, algo que puede dividir las amistades. Pero en mi caso, por suerte, nada de eso ha ocurrido. Al contrario, nuestra amistad se ha fortalecido más y más.
Amigos con los cuales he compartido el placer de escribir, de tertuliar, de analizar, de discutir, y a veces discutir acaloradamente.
Tengo amigos, entrañables amigos, que venimos juntos en la brega política del PLD, desde que aquel 4 de mayo de 1980, el mismo día que murió el Mariscal Tito, siendo muy joven, pero impresionado por la personalidad del Maestro Juan Bosch, ingresé al PLD, a aquel PLD combativo, liberador, de las boinas y de los sueños utópicos.
Amigos que llegaron en 1996 conmigo a la Gobernación de Hato Mayor y se fueron conmigo. Ninguno se quedó. Todos, en una muestra impresionante de solidaridad y amistad que jamás, jamás, mientras tenga un hálito de vida, podré olvidar, renunciaron y bajamos juntos las escaleras. Les dije que se quedaran, que no perdieran sus empleos, pero ninguno, ni siquiera mi amigo y hermano, El Mello, que era el mensajero, quiso hacerlo.
Tengo amigos que nos conocimos en el fragor de la candidatura a senador de 1998, con los cuales, y a pesar de la derrota, seguimos juntos como el primer día.
En una ocasión, un periodista me preguntó si me sentía satisfecho de mi gestión como Gobernador, a lo cual le contesté más o menos esto:
"Como gestión gubernamental no. Pero en lo personal sí". Y cuando me preguntó porque en lo personal sí le dije lo siguiente: "Bueno, porque puede decir que no me robé un centavo, no cometí ningún abuso de poder, y tampoco perdí un sólo amigo".
Hoy esos amigos míos viven en diferentes lugares. Hay algunos que viven en la capital y otros en Hato Mayor.
Cuando voy a la capital, que es casi todas las semanas, nos juntamos y hacemos nuestra tertulia. Allí tengo la dicha de juntarme y de disfrutar de la compañía de Solano, Cuchito, Pina, Miguel, Luis, Richard. Ahí la tertulia es prolongada. Se habla de todo, de política, de literatura, de historia, de libros, de música. Es mucho lo que se goza, créanme.
En Hato Mayor tengo la fortuna de compartir otra tertulia con los amigos de Hato Mayor, que son muchos. Todas las tardes, a partir de las 6, empezamos a congregarnos en el local de La Red, y ahí lo que se inicia es una tertulia, no con el rigor intelectual de la otra, pero con un alto sentido de hermandad, amistad y con el único objetivo de disfrutar de la compañía de los demás.
Ahí disfruto la compañía y las ocurrencias del filósofo popular llamado El Chacal, de las confrontaciones de Juan Yita, que le hemos puesto, "Juan, El confrontador". Juan no deja pasar una.
Disfruto las poesías de Santiago Vilorio, que no se cansa de recitar el poema número 15 del monstruo de la poesía, Pablo Neruda, de quién dice que era su amigo y que conoció en Isla Negra. Nadie le cree eso.
Disfruto el silencio de Mois, un hermano, un amigo, que siempre sé que puedo contar con él y él conmigo. Mois es un hombre profundamente inteligente con quien me unen profundos lazos de amistad y hermandad. Entre nosotros no hay ningún secreto. A veces señores, se pasa dos horas sin decir una palabra, sólo observando y escuchando. Por eso, cuando suele hablar, todos nos callamos.
Disfruto los análisis y ocurrencias de Yoel de Los Santos, designado por consenso como Presidente de la Tertulia. Yoel es un hombre decidido, de armas a tomar, de un valor que raya en la temeridad. Cuando es amigo lo es de verdad, y es capaz de lo que sea por ese amigo. Cuando asume el sendero de confrontar con alguien hay que tenerle miedo. Es un guerrero sin regreso. Todos los que lo han adversado han pagado un alto precio por ello.
Por allí desfilan también Luis Taveras, un joven abogado brillante, incisivo y con una capacidad lógica, que estoy seguro llegará muy lejos en el tren judicial, del cual ya forma parte, Aldreen Alburquerque, un Ing. amante de la matemática, organizado, disciplinado, inteligente y excesivamente respetuoso del criterio de los otros. Siempre evita las discusiones y tiene un arte para ponerse de acuerdo con el otro. A eso él le llama La Política del Acuerdo.
También Fernando Molina, cariñosamente Pantera Papeleta, un hombre con mucha habilidad para la sobrevivencia en una sociedad, como la nuestra, carente de oportunidades, el maestro Leny Vilorio, un hombre que expone bien sus ideas, pero que no puede estar tranquilo mucho rato en ningún lugar, Rafael Vallelán Fernández, un hombre que ingresó a la política el día que conoció a Juan Bosch en 1961 y jamás ha podido desembarazarse de esa desgracia, pero que al mismo tiempo, es un hombre que le encanta la guitarra, la bohemia y la música de Leo Marini, Roberto Ledesma, Lucho Gatica, Javier Solís, etc...¡Cuánto disfruta Vallelán cuando le ponemos esos hermosos boleros del ayer!
También gozo y disfruto las ocurrencias de Niniche, mi hermano Niniche, un amigo que conocí en 1998 y jamás nos hemos separado, de Alberto Nieves, un joven locutor y comunicador con una voz melodiosa y hermosa, del travieso Misouri, de Ramón Rivera, El Galán, que de sastre ahora se ha convertido en El Galán de la Comunicación. Es el único comunicador hatomayorense que sabe combinar el humor con el análisis político, del profesor Nelson López, un campesino de Yerba Buena que no hace mucho tiempo llegó al pueblo y se ha establecido como los grandes. Con él tengo el privilegio de compartir mi programa dominical: "Opinión Semanal".
Claudio Morla, profesor, comunicador bueno, firme en sus convicciones, evangélico, es otro de los que con su presencia e ideas fortalece y enaltece nuestra tertulia.
Lo mismo digo de mi amigo Héctor Livio, un peledeísta mil por mil, que ahora después de viejo quiere ser abogado. Livín, sólo hace llegar para arrancar a defender a su PRD, encontrando de inmediato la respuesta de Yoel y de Juan Yita. También participa, aunque no frecuencia, Manuel Antonio Vega, el periodista más cotizado y más conocido de Hato Mayor.
De vez en cuando nos visitan Ogaris Santana, un amigo de los primeros años que hemos batallado juntos en todos terrenos, y Aneury Batista. Aneury es un reformista que lleva el balaguerismo en la sangre y le es casi imposible soportar a Juan Yita cuando éste lo provoca.
Esa tertulia, llamada La Tertulia del Jobo o de la Red, nos une, fortalece nuestra amistad y nos ayuda a sobrevivir, en medio de una sociedad que cada vez separa más los seres humanos.
Les aseguro que la alegría y el gozo que fluyen en esa tertulia nos alejan del psiquiatra y endulza nuestros humores.
Esa tertulia se ha convertido para nosotros en una forma de terapia de grupos.
En ocasiones, la tertulia, nuestra tertulia, ha atravesado por momentos de perturbación, de dificultad. Gente sin calidad psicológica ni moral han querido asaltarla, y de hecho la han asaltado por un tiempo. Pero, Gracias al Señor, hemos extirpado el cáncer a tiempo.
Nuestra tertulia es un espacio para el fortalecimiento de la amistad, el disfrute y el goce espiritual. No es, de ningún modo, un espacio para el chisme. A los chismosos les hemos cerrado las puertas. Ahí no. Que vayan a otros lugares con sus chismes, que siempre son el germen de las calumnias.
Que viva la amistad.
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